De la potente y poderosa personalidad del clásico León Tolstoi, no sólo como grandísimo creador de una obra literaria imperecedera, sino como ideólogo social, y de sus viscerales y conflictivas relaciones familiares trata esta película, ‘La última estación’, de nacionalidad británica y firmada por el norteamericano Michael Hoffman, responsable asimismo, junto a Toby Finlay, del guión.
La historia sigue al escritor ruso en los últimos años de su vida, en los que sus ideas fueron evolucionando hacia utopías de tipo comunitario, que contemplaban tanto el cambio en la propiedad privada como en los usos y costumbres individuales. Dado lo respetado y admirado del personaje, tales teorías, junto a su práctica fueron fervorosamente seguidas por un nutrido y variopinto grupo de personajes, capitaneados por quien pronto llegará a convertirse en el mayor rival y enemigo de la esposa del autor.
El director acierta con una puesta en escena elegante y nada enfática ni ampulosa. Los personajes están tratados con respeto y credibilidad, con cercanía y naturalidad. A esto ayuda un espléndido reparto en el que destacamos a Christopher Plummer y Paul Giamatti. Las debilidades caen del lado de un guión que prefiere perderse en vericuetos íntimos y pasionales, que en describir la tensión entre las nuevas formas de pensar y vivir enfrentadas al viejo orden aristocrático. El retrato de Sofía Tolstoi, una mujer lúcida y fascinante, peca de esquemático y tendencioso. La enorme Helen Mirren le aporta todo su talento y evita el cliché. Aun así, una película digna, pero insuficiente.
CARMEN JIMÉNEZ