‘Singularidades de una chica rubia’: La mujer de al lado

El realizador portugués Manoel de Oliveira es un clásico viviente a sus envidiables y creativos 101 años. Tanto que a veces resulta injusto y reduccionista que se juzgue su obra en referencia a esta longevidad tan activa. Como activo, atípico e intemporal es su  estilo, personal e intranferible. La puesta en escena, en la que un clasicismo formal esconde dinamita soterrada, siempre sutil, nunca obvia, en su interior. El gusto por las adaptaciones literarias, de las que capta el espíritu, la letra, subvirtiendo las formas. Su vasta cultura que impregna cada plano, cada secuencia, de una complejidad no siempre accesible, pero sí estimulante.Y sus diálogos, sus voces en off incisivos y nada naturalistas.
En la película, coproducción luso-franco-española, que nos ocupa, basada en un relato de Eça de Queiroz, algunas de  dichas señas de identidad de su modo de entender el cine están presentes. Narra la historia de un ingenuo contable, enamorado de su vecina, la rubia a que alude el título. Romance al que se opone el tío y, a la vez, jefe del protagonista, al que envía muy lejos, para probar la constancia de ese afecto. Y de cómo al volver nuestro personaje,  triunfador y rico, superados todos los obstáculos, descubre las «singularidades» de su amada.
 
Oliveira construye una miniatura refinada e irónica con tan curioso material de partida. Son sesenta y tres minutos de una película tan singular y provocadora, como rica en significados. Bajo su apariencia modosa, revela una mirada sarcástica y corrosiva sobre las convenciones sociales, de clase y de género. Sobre la hipócrita doble moral burguesa y su capacidad represora. La rigidez frente al erotismo y la sensualidad.
 
Todo ello con la complicidad de un equipo técnico-artístico de primer orden en el que destacamos a Ricardo Trepa, Diego Doria y Catarina Wallenstein en la interpretación. A Christian Martí, en la dirección artística, a Sabine Cancelin en la fotografía y a Catherin Krassovsky en el montaje. Lo dicho, una pieza única de un clásico nada acomodaticio.
CARMEN JIMÉNEZ

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