
Alejandro González Iñárritu es el realizador mexicano que, en tandem con el guionista de la misma nacionalidad Guillermo Arriaga, deparara al cine las interesantes ’21 gramos’ y ‘Amores perros’,´además de ‘Babel’. Rota ya esa alianza, presenta ahora su primera película en solitario, la coproducción entre México y España, ‘Biutiful’.
Está ambientada en la Barcelona más desarraigada. Lugar de pobreza, miseria moral y económica, lumpen, inmigración explotada y explotadora, tráfico de personas y sustancias ilegales, trata y mafias de toda calaña. Su protagonista, un excelente Javier Bardem, justamente reconocido en la última edición de Cannes con el Premio al Mejor Actor, trata de poner en orden su delictiva, marginada y caótica existencia tras un veredicto médico a muy corto plazo. Sobre todo, por lo que respecta al futuro de sus hijos.
El exceso preside esta primera incursión fílmica del realizador sin la escritura, y algo más, de su otrora guionista. Consigue una buena ambientación, los actores están creíbles, cuenta con un equipo técnico-artístico muy cualificado, pero falla la acumulación de desdichas, miserias y tropelías de toda índole que se abaten sobre los personajes.
Su intención crítica y de denuncia de este viaje a los infiernos individual y colectivo, se desactiva ante semejante desmesura.Todo ello unido, además, a ciertos toques sobrenaturales y o fantásticos descriptivos de las peculiares percepciones del otro lado, que el protagonista explota en su beneficio, tanto como padece.
Un mayor control sobre semejante material narrativo, una mejor selección de las historias y de quienes las encarnan, algunos toques de ironía, cinismo y humor, más austeridad y menos pretensiones, en general, y de autoría en particular, hubieran convertido a esos ciento treinta y ocho minutos de metraje en el relato poderoso, corrosivo e intenso que mereció ser.