Esta segunda película de la realizadora norteamericana Debra Granik ha sido reconocida con destacados premios en Sundance, en los Globos de Oro y ahora compite en la carrera hacia los Oscars con cuatro importantes candidaturas. Está basada en la novela homónima de Daniel Woodrell y el guión lo firman la propia directora, el autor y la productora Anne Rosellini.
Se trata de un oscuro drama rural, a modo de thriller, en el que una chica adolescente- por circunstancias desgraciadas, cabeza de familia de un paupérrimo hogar donde malvive junto a su trastornada madre y dos hermanos pequeños en unos bosques montañosos del sur de Estados Unidos- toma la arriesgada decisión de buscar a su padre, preso en paradero desconocido, quien ha ofrecido la casa familiar como fianza para su libertad provisional. Antes de perderla, inicia un periplo que la llevará a afrontar los peligros que esconden siniestros parientes, con mucho que ocultar, a los que pide noticias de su progenitor.
La directora ha firmado y filmado en esta historia un drama de misterio bronco y descarnado evitando sabiamente tanto el tono lírico como el tremendista. Sus personajes son mostrados con toda la crudeza que les impregna el habitar un espacio físico y moral al margen de la legalidad. Espacio en el que la delincuencia es una forma de vida, la única manera de detentar el poder que permite ‘gobernar’ un territorio de pobreza extrema con los códigos del silencio, la mentira y la complicidad criminal. En el que los hombres ordenan y las mujeres hacen el trabajo sucio.
En ese bosque hermoso y terrible se interna la protagonista, una estupenda Jennifer Lawrence, desafiando los riesgos que para su integridad física y emocional supone una familia feroz que protege su negocio ilegal, por encima de todas las cosas. Despojada de cualquier vínculo afectivo, salvo los apoyos que recibe por parte de una amiga y una vecina y los fuertes e intensos que la unen a sus hermanos, la chica que conoce el hambre- cazan y comen ardillas…- y las más extremas privaciones en todos los sentidos, afrontará cualquier peligro para preservar su miserable hogar.
Granik la sigue en su itinerario, sin obviar las aristas de un personaje fuerte y complejo, mostrando sus luces y sombras, pero tomando partido, hay que ver los títulos de crédito hasta el final…, por la supervivencia de las otras especies. De esas especies indefensas y perseguidas, que sufren los rigores de la crueldad y las necesidades de quienes comparten con ellas su espacio vital.
Sevilla Cinéfila 