¿Nuevas comedias románticas?: Más de lo mismo…

De vez en cuando, y sin que sirva de precedente, procede hablar de otro tipo de cine decidida y descaradamente comercial, pero que pretende ser un reflejo de los usos y costumbres de la sociedad en la que se inserta. Nada que ver con películas que aúnan calidad y amplio respaldo en las taquillas, grupo que englobaría a la mayor parte de las realizaciones de directores considerados referentes para la cinefilia universal…

En el primer apartado, tendríamos a la supuestamente renovada comedia romántica norteamericana que se ejemplifica aquí en dos títulos de reciente estreno y buena acogida de público. Son, a saber, ‘Amor y otras drogas’, de Edward Zwick -‘Leyendas de pasión’, ‘El último samurai’…- y ‘Sin compromiso’, de Ivan Reitman -‘Up in the air’, ‘Disturbia’…-. Con sus diferencias de enfoque y de hilos argumentales, nos centraremos en sus puntos comunes que son los que describen a esta última hornada de un género clásico en la cinematografía estadounidense.

En ambas, las mujeres aparentemente imponen sus reglas. Son profesionales entregadas. Médica residente, muy volcada en su trabajo, una. La otra, en una labor social con personas de la tercera edad. Ellos, en cambio, han dado más bandazos laborales, aunque uno conozca las mieles del éxito por un camino inesperado y el otro esté a la expectativa de hacer lo que su vocación le dicta, en lugar de ganarse la vida de un modo subalterno. Esto no deja de suponer una inversión respecto a los roles tradicionales y también el hecho ya citado de que sean las protagonistas las que expliciten las normas que presidirán las relaciones.

En efecto, las dos consideran que el afecto o el compromiso- hasta ahora, la fobia o resistencia a éste se escenificaba como una exclusiva masculina- no deben interferir en unos vínculos que pretenden que sean básica y gozosamente eróticos, prescindiendo de la intimidad emocional. Así, evitan en lo posible despertar junto a sus partenaires y pronunciar palabras de afecto.

Además, son ellas las que toman las iniciativas de los encuentros de acuerdo a sus necesidades, deseos y disponibilidad de tiempo. Todo ello conduce a un mayor protagonismo de la sexualidad y la desnudez de los cuerpos, mostrados con una frescura y naturalidad que no suele ser habitual en el cine norteamericano. Y son los hombres, otra inversión de perspectiva, quienes primero declaran y reconocen sentirse enamorados.

Y aunque tales variantes sean de agradecer, como espejo del avance social y de la situación de la mujer, el esquema argumental sigue intacto como seña de identidad del género. A saber, chic@ encuentra chic@, pierde chic@ y recupera chic@. Además, la trampa, en estos casos, está en que las protagonistas no marcan las reglas en positivo, con asertividad y convicción, sino en negativo, escondiendo miedos, secretos y vulnerabilidades. Finalmente, son ellos los que reconducen las historias, tan presuntamente osadas, por los senderos más trillados…

Lo romántico, pues, en el sentido más superficial y previsible del término, se erige en el objetivo último de unos relatos que repiten las mismas resoluciones hasta la saciedad. Y es una pena porque los finales felices no están, o no deberían estar, reñidos con otras opciones y relaciones más libres, imaginativas y transgresoras.

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