‘El último verano’: Bajo la carpa


Con dos años de retraso llega a nuestras pantallas esta miniatura del maestro francés Jacques Rivette, uno de los fundadores de la Nouvelle Vague y responsable de filmes como ‘La bella mentirosa’ o ‘Céline y Julie van en barco’. En esta ocasión, el octogenario realizador ha condensado su relato fílmico en ochenta y cuatro minutos de metraje.

La historia se centra en un pequeño circo, de gira veraniega por los preciosos pueblos montañosos del suroeste francés. Al morir su propietario, de forma repentina, la troupe reclama, contra toda esperanza pues huyó tras un oscuro episodio quince años atrás, la presencia de su hija que, sin embargo y pese a todo, acepta reintegrarse al grupo. El mismo día de su llegada, conoce accidentalmente a un italiano nómada y encantador que, fascinado por ella y por algunos artistas del elenco, decide también seguirles e intentar descifrar algunas claves del pasado que condicionan el presente de la protagonista.

Rivette aborda este peculiar relato en clave no naturalista y desdramatizada, aunque no exenta de verosimilitud. Habitada por una irónica melancolía contempla a sus criaturas con ternura, distanciamiento y una sutileza que sabe afrontar las situaciones más potencialmente intensas con una desarmante fluidez, desactivando la negrura en aras de la contención.

Así, en las interrelaciones entre l@s artistas, o entre las tres mujeres unidas por lazos familiares en las que, salvo por el conflicto central de la protagonista con su padre, predomina la comprensión y el respeto. O en la del grupo, los payasos singularmente, con el forastero, la mirada ajena, a la vez dentro y fuera de la función. Y, desde luego y sobre todo, en el peculiar juego de seducción que se establece entre los personajes de una vulnerable y confusa mujer a la que encarna, con sensibilidad y talento, Jane Birkin y un hombre generoso y abierto, tan curioso como discreto, con los rasgos del siempre excelente Sergio Castellito.

Tan estimables y valiosas cualidades se ven empañadas sin embargo, en opinión de la abajo firmante, por la excesiva frialdad que recorre todo el metraje y las elipsis narrativas que dificultan la conexión con los habitantes de este peculiar microcosmos y sus vaivenes vitales y emocionales.

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