
El encabezamiento de esta crónica no hace alusión a ninguna película que se proyecte actualmente en Sevilla, sino a dos títulos en los que su tendencia futurista está en la frontera con el presente en uno y con ciertos altos secretos gubernamentales en el otro. Se trata de dos filmes norteamericanos comerciales, pero no exentos de interés, ‘Sin límites’, de Neil Burger, sobre la novela de Alan Glynn y ‘Código fuente’, de Duncan Jones, con guión de Billy Ray y Ben Ripley.
En la primera, un escritor bloqueado y al borde de la indigencia sentimental, económica y creativa, coincide con un antiguo conocido quien le proporciona una píldora experimental, no legalizada, destinada al mercado negro de alto estanding. Dicho comprimido despierta el potencial no utilizado del cerebro humano, multiplicando sin límites, de ahí el título, las capacidades perceptivas, sensoriales, cognitivas y de aprendizaje. Bajo sus efectos, nuestro protagonista- que se ha hecho con un lote tras el asesinato por mafiosos de su proveedor- recupera su inspiración y se introduce en los más poderosos círculos financieros. Pero claro, la droga milagrosa tiene efectos secundarios…
La segunda, nos sitúa en un tren de cercanías, que hará explosión en pocos minutos, en donde un capitán del ejército destinado en Afganistán se ve literalmente transportado bajo los rasgos de un extraño con, según le explican desde un Centro de alta seguridad militar, una misión secreta antiterrorista. Deberá volver una y otra vez en el tiempo para averiguar la identidad del terrorista que voló el tren y que prepara un atentado de gran alcance. Y esa no será la única revelación a la que deberá hacer frente, sino a otra mucho más lacerante.
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