‘No tengas miedo’: El lado oscuro del corazón


Montxo Armendáriz tiene una filmografía en la que es reconocible una vocación de estilo que no siempre le lleva por buen camino, pero que resulta de una honestidad a toda prueba. La austeridad de sus primeras cintas dio paso a una cierta apertura a formas narrativas más tradicionales, aunque sin abandonar su sello. Ahora arriesga y gana con esta su última propuesta, ‘No tengas miedo’.

La historia sigue a una niña aparentemente feliz, de clase media-alta, sociable y confiada, buena estudiante, mimada y querida, especialmente por su padre, quien la secunda y acompaña en cuantos juegos y actividades participa, sola o con su mejor amiga. Hasta que un mal día, las caricias y cosquillas de su progenitor se convierten en algo terrible, que la deja marcada irremisiblemente. Impresionante la secuencia, rápida y bien resuelta, en la que las risas de la chica se transmutan en horror. Sólo un primer plano, con su cara contra el sofá tapándose la boca tan consternada como sorprendida, mientras la voz del padre le susurra «no tengas miedo, princesa», da la medida de su espanto.

Años después, vemos a la protagonista en sus etapas de adolescencia y juventud, convertida en una sombra de sí misma, triste y depresiva con graves síntomas físicos, delatores de sus traumáticas vivencias- pues continúan los abusos, ante la ceguera e incredulidad del testimonio y estado de la hija por la parte materna- y emocionales que la incapacitan para una vida normalizada, mutilada personal, social y afectivamente en una edad en la que tendría que haber alcanzado su plena autonomía.

La mirada del realizador registra el drama desde la altura de esa joven herida y atormentada, desde su dolor, desde su clamoroso silencio, desde su desgarro interno, desde su manera fantasmal y huidiza de estar en el mundo y con los otros, desde su amor-odio a quien, eludiendo el tópico al uso, no responde al perfil del violento, lo que lo hace más peligroso. Desde su verguenza, desde su secreto, desde sus abismos, desde su culpa… Y es, precisamente, cuando aparecen los testimonios, las explicaciones, las terapias, cuando la película pierde densidad y se banaliza. Pero remonta el vuelo en el tramo final, tan concluyente como abierto.

Todo el equipo ha cuidado y mimado un relato turbio y tortuoso, con tanta sutileza como respeto. Y el reparto está a la altura. Belén Rueda, en un rol más que ingrato. Lluis Homar, terrible e impecable Las intérpretes de la niña y la adolescente, extraordinarias. Pero, sobre todo y sobre todos, una enorme, estremecedora Michelle Jenner, a quien ningún reconocimiento debería resistírsele. Expresa, como pocas sabrían hacerlo, la profunda desolación de una criatura devastada por quien dice quererla más que nadie en el mundo… Por el lado más oscuro del corazón.

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