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‘El extraño caso de Angélica’: La novia cadáver

La extraordinaria longevidad del realizador portugués Manoel de Oliveira -101 años- no le impide seguir acrecentando su filmografía. En la cartelera sevillana se exhibe ahora su último título, 'El extraño caso de Angélica', coproducción entre su país, España, Francia y Brasil y fechada en 2010.

Una noche lluviosa, un joven fotógrafo- de nombre, Isaac, de origen judío, recién llegado a un pueblo en el que se ha instalado en una pensión- recibe un encargo tan urgente como inquietante. La dueña de una mansión muy conocida en la localidad le reclama para dejar constancia, por última vez, de la belleza de su hija Angélica. La joven acaba de morir, de hecho la están velando en esos momentos, y la madre desea un recuerdo póstumo de su imagen, antes del implacable deterioro.

Aún perturbado por las circunstancias, Isaac comienza los preparativos de luz mientras los dolientes, con el viudo a la cabeza, aguardan- sentados en círculo y en respetuoso silencio- así como la servidumbre, que permanece en pie y atenta a cualquier indicación suya o de su ama. La hermosa difunta,mientras, amortajada como una novia y con un ramo de flores en el regazo, reposa en un canapé, cual Bella Durmiente víctima de un maléfico hechizo.

Inesperadamente, al disparar el objetivo, observa a través del visor cómo la joven abre los ojos y le sonríe… Pese al impacto sufrido, termina su trabajo y sale de la casa a toda prisa. Luego, en su cuarto, al revelar las fotos, se repetirá el fenómeno que le abrirá las puertas a un universo sutil y misterioso, en un camino sin retorno.

Tan singular como clásico, tan sobrio y austero en el uso de la cámara fija con su profundidad de campo, como pleno y rico en significados, Oliveira ha hecho una apuesta arriesgada con esta historia, escrita por él mismo y que aguardaba desde hace años su momento idóneo para llevarla al cine. Se trataba, en sus propias palabras, de filmar los sueños y los pensamientos. Una misión imposible, según él, que esta cinta se encarga felizmente de desmentir.

Efectivamente, en este drama romántico tan peculiar no sólo narra la crónica de un amour fou con tintes fantásticos, sino del paisaje y paisanaje de un entorno rural de su país, no por estilizados y sutiles menos descriptivos y vívidos. El ambiente de la pensión, de la mansión, el trabajo del campo, los paisajes, el clima, el cementerio, los diálogos en los que tanto se oculta como se nombra… Los usos y costumbres sociales, la soledad creativa, el aislamiento, la diferencia, la mirada sobre y más allá de lo tangible.

Como siempre, sus actores los mejores cómplices. Pilar López de Ayala, Leonor Silveira, Ricardo Trépa, Felipe Vargas, aportan a la vez sutileza e intensidad a sus personajes. Y el talento musical al piano de María Joao Pires subraya mágicamente los misterios de la historia.

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