A pesar de que los termómetros sevillanos se empeñen en prolongar el verano con altas temperaturas, especialmente en las horas centrales del día, no está de más recordar que estamos en otoño. Y afortunadamente la ‘rentrée’ se va notando en forma de colas ante las taquillas de los cines, de animación en los vestíbulos, de mayor ocupación en las salas… Sobre todo, en los estrenos. Desde este blog hemos consignado las últimas propuestas de Urbizu, Sofía Coppola, Malick o Almodóvar. Ahora le toca el turno a Mike Leigh con ‘Another year’.
La filmografía de este ciudadano británico – de origen judío, casi septuagenario, dramaturgo, guionista y cineasta – es pródiga en títulos de interés en los que su compromiso con las personas, especialmente las más desprotegidas social y emocionalmente, viene acompañado por una narrativa con voluntad de estilo, pero sin las pretensiones de autor frecuentes en tantos de sus colegas. Ahí están ‘Secretos y mentiras’ o ‘Vera Drake’ para atestiguarlo.
En efecto, pocos cineastas hay capaces de hacer invisible la muy cuidadosa elaboración de su puesta en escena, en beneficio de filmar la intimidad de sus criaturas. Así, el silencio, los gestos, los sentimientos, las tensiones, la comunicación , lo expresado y lo que permanece oculto, las emociones y hasta los pensamientos, que presiden las relaciones humanas nos son mostradas de tal forma que se antojan vívidas y palpables. Plenas de verdad y cercanía, de sabiduría, lucidez y complejidad.
Esta su última cinta no es una excepción. En ella se narra el paso del período de tiempo mencionado en el título a través de cuatro epígrafes, cada uno dedicado a una estación, comenzando por la primavera y finalizando por el invierno, de un@s amig@s sexagenari@s que se reúnen en torno a un matrimonio – geólogo él, terapeuta ella- que parece haber alcanzado la plenitud de su afecto, entendimiento y complicidad. El resto del grupo no resulta tan afortunado y sus vidas distan mucho de ser satisfactorias, algo que tratan de ocultar y u ocultarse a base de alcohol, excesos o de patéticas regresiones juveniles que encubren una profunda desdicha.
Las estaciones le sirven a Mike Leigh para tomar el pulso vital y emocional de sus personajes. La primavera contribuye a la efervescencia, a la exaltación del autoengaño y a propiciar acercamientos unilaterales abocados al fracaso… El verano y el otoño hacen madurar amores , decepciones y desencuentros y el invierno trae consigo una pérdida, un tocar fondo, un duelo y una posibilidad de recuperación. El realizador muestra, sin juzgar, los avatares vitales y sentimentales del grupo, individual y colectivamente, con afecto, respeto, comprensión, humor y fina ironía. A la calidad de lo narrado contribuye poderosamente un reparto portentoso, en estado de gracia, en el que destacamos a Jim Broadbente, Ruth Sheen y una desgarradora Lesley Manville.
Nada humano,en sus vertientes personal y social, parece serle ajeno al firmante de esta película notable. Tampoco la edad. Estimulante, divertida, dramática, tierna, adulta, conmovedora y nada paternalista resulta esta crónica de las diferentes y particulares formas en las que se pueden disfrutar o padecer las ventajas y servidumbres del inexorable paso del tiempo.
