Paco Roca, Premio Nacional de Comic 2008, es el autor de este ‘Arrugas’ que Ignacio Ferreras ha llevado al cine con el mismo título y que estuvo preseleccionada para el Oscar de este año a la Mejor Película de Animación, aunque finalmente no optará a esta categoría.
La historia de una amistad que se desarrolla en una residencia de ancian@s entre dos hombres muy distintos. Miguel, un argentino caradura y vividor que intenta sacarle partido económico a la rutinaria y, a la vez, rígida cotidianidad impuesta por la institución. Emilio, por el contrario, parece tan resignado a estas circunstancias como víctima de un autoengaño que, en realidad, esconde un preocupante síntoma. Tal síntoma amenaza con enviarle a la última planta del edificio, donde sólo hay sitio para quienes llevan una existencia casi meramente vegetativa y sin esperanza de recuperación. Se trata del alzheimer.
Pero hay una forma de sustraerlos a ese destino. Encontrar un-una cuidador-a que se responsabilize de la persona enferma, escondiendo su olvido crónico y manteniendo la normalidad. Eso hace la mujer de un matrimonio con el marido… Mientras, ambos hombres difieren en sus posiciones y el mal de Emilio va avanzando lenta, pero inexorablemente.
Estamos ante una película de animación con temática adulta muy digna y bien contada. Los trazos sencillos, nada pretenciosos, de los dibujos convienen a la historia, confiriéndole una textura cuadriculada y triste, como el modo de vida de sus protagonistas.
Los personajes tienen consistencia y el tono general es crítico y emotivo, rehuyendo tanto el paternalismo como la sensiblería. Lástima que eso no pueda aplicarse a los personajes femeninos, inexistentes, definidos por su devoción al marido y compañero una, sin voz propia, y por sus atributos físicos otra, la instructora de gimnasia. Resulta lamentable que, para demostrar que aún existe deseo erótico en los ancianos, masculino plural, tengan que mostrarlos toqueteando los pechos y el trasero de esta última, como si fuera una travesura. Pues, francamente, no.
El magnífico Frank Langella de ‘Wall Street: El dinero nunca duerme’ dejó una frase para la posteridad, ya citada en la crítica de la película: «La vejez no es para cobardes». Se necesita mucho valor para encarar este tramo de la vida con la desesperanza y la resignación como únicos equipajes, frente a tantos olvidos. Especialmente si eres una anciana, a la que ni siquiera se le permite el hastío, ya que, en el peor de los casos, o están de servicio permanente a sus familias o se extinguen en la soledad más completa. Pero, insisto, ni el dibujante, ni el realizador, han sido capaces de contemplar a las mujeres más que con estereotipos sexistas.