Archivo diario: febrero 25, 2012

‘La invención de Hugo’: The Artist

Sorprende que un realizador con tanto talento como Martin Scorsese sólo haya obtenido una estatuílla al Mejor Director en el año 2006 por la magnífica ‘Infiltratados’, aunque tenga bastantes nominaciones en su haber y, desde luego, otros galardones. En esta ocasión, seis años después, encabeza las candidaturas a los Oscars en once apartados, entre los que están Mejor Película, Mejor Director, Mejor Guión Adaptado o Mejor Fotografía, entre otros, por esta, su última propuesta y primera en la que se sumerge en el universo infantil y en las tres dimensiones, ‘La invención de Hugo’.

La historia, basada en una novela de Brian Selznick, sigue las peripecias de un niño excluido socialmente, debido a la trágica muerte de su padre, relojero de talento, quien transmitió al chico sus habilidades. Refugiado en la Estación Central de París, contempla el curioso, desigual y, tan poético como cruel, universo que le rodea a través de las cifras y manecillas del enorme reloj que preside el grandioso edificio. Corren los años treinta y la vida no es fácil para los huérfanos que malviven en las calles. Cercados por las autoridades, son enviados a la fuerza a orfanatos sórdidos y hostiles. En este caso su feroz perseguidor es el inspector de la Estación, encarnado por Sacha Baron Cohen.

Su único amigo es un robot rescatado por su progenitor, en quien ha trabajado y a quien le falta una pieza para mostrar sus secretos. A través de él va a conocer a una chica singular, también huérfana, cuyos padrinos no son lo que parecen y que le abrirán, tras múltiples penalidades, las puertas a un universo extraordinario y desconocido para él.

El portentoso talento visual del director, aliado con un equipo técnico excepcional, brilla en todo su esplendor, aunque quien esto suscriba haya preferido la versión original al formato espectacular, y magnificencia en la creación de universos, de atmósferas, en el tratamiento de la luz, del color, en la prodigiosa fotografía de Robert Richardson y en los cientos de hombres y mujeres que han formado parte de la dirección artística, del diseño de producción , de los efectos especiales y visuales, del vestuario, del sonido, de Howard Shore, a cargo de la banda sonora, del maquillaje, de…

Valores y merecimientos indiscutibles, nobleza obliga el reseñarlos, junto a un comienzo deslumbrante y ciertas secuencias memorables, incluyendo también los títulos de crédito. Pero el guión es irregular, el ritmo se resiente en su parte central, los personajes resultan esquemáticos en su mayoría, sin ser arquetípicos. El reparto no da lo mejor de sí. La recorren diversas líneas argumentales entre microcosmos dickensianos, tiempos modernos chaplinianos y el homenaje que es a la magia y los comienzos del cine, que la dispersan y edulcoran.

Un perfecto engranaje, como el de esas fascinantes máquinas y piezas que muestra con tan bella meticulosidad, que no viene acompañado por una cohesión y entidad narrativas, a la altura de esa factura tan hermosa como impecable. De haberlas tenido, estaríamos hablando de una obra maestra.