El roble era uno de los árboles mágicos para los druidas y, en la antigua Grecia, también un símbolo de justicia y rectitud moral. Nada más adecuado a esta definición que el compromiso inquebrantable con ellas, con la izquierda y con l@s más vulnerables, del que siempre ha hecho gala, y dejado constancia en sus películas, el octogenario – cosecha del 36, 87 años – y laureado cineasta británico Ken Loach.
Un cineasta íntegro y coherente, al que no hace falta presentar, pero del que recordamos títulos tan emblemáticos como, por citar tan sólo algunos ejemplos: ‘Agenda oculta’ (1990), Premio del Jurado en Cannes; ‘Ladybird, ladybird’ (1994); ‘Tierra y libertad’ (1995), Premio FIPRESCI de la Crítica y del Jurado Ecuménico, en Cannes: ‘El viento que agita la cebada’ (2006), Palma de Oro en Cannes o ‘Yo, Daniel Blake’ (2016), su segunda Palma de Oro en el Festival citado. Y así podríamos seguir…
Un cineasta íntegro y coherente que nos presenta su última propuesta, esta que nos ocupa, de la que se comenta, dada su avanzada edad, que puede ser el punto y final de su extensa y notable filmografía.
Ojalá que no, porque quien esto firma ya les adelanta que, pese a ser una apuesta valiente e imprescindible por la solidaridad y la esperanza en estos duros, díficiles y oscuros tiempos que corren, no es la mejor de su carrera. No mejor, a su entender, que algunas de las citadas. Aunque sea un más que digno broche de oro.
Coproducción entre Reino Unido y Francia, fechada en el año en curso, de 110 minutos de metraje. El guion lo escribe su habitual Paul Laverty. La fotografía con fuerza y matices, Robbie Ryan y la excelente banda sonora la firma otro de sus colaboradores, George Fenton.
En el solvente reparto coral, la mayoría no profesionales o poco conocid@s, destacar sobre tod@s a su magnífico protagonista Dave Turner – Mejor Actor en Valladolid donde la película obtuvo el Premio del Público, el mismo reconocimiento que en Locarno – con una especial mención a Ebla Mari.
La historia remite a un pueblo del noreste de Inglaterra, otrora próspero y combativo por su minería que, al haber cerrados los pozos, se va vaciando poco a poco. Las casas antaño ocupadas por gentes del lugar, económicamente más asequibles dadas las circunstancias, comienzan a ser habitadas por familias de refugiad@s siri@s, lo que despierta la suspicacia, el rechazo y el odio racista de una minoría virulenta.
Todo ello tiene lugar en el único pub, El viejo roble, al que hace mención el título, que ha sobrevivido y es el lugar de ocio y reunión social de esta gente cargada de resentimientos y agravios comparativos.
Su dueño es un hombre bondadoso, pero derrotado por sus sinsabores laborales y tormentos personales, solitario a su pesar, por propia responsabilidad, pero con una adorable compañera de vida, la perrita Marra, a quien interpreta Lola. A través de una agresión, se ve implicado con una chica fotógrafa y su familia refugiada y…
Loach sabe eludir sabiamente los clichés y el maniqueísmo que acechan muy a menudo a este relato fílmico. Como heredero del realismo social británico, retrata críticamente aquí a ciertos varones de clase obrera, en el paro y en una situación económica desesperada, que convierten en sus enemigos y rivales a quienes son aún más parias porque huyen de una brutal violencia política.
Su mirada es, pues, compleja aunque tenga, y muestre muy claramente, su posicionamiento ideológico. Que no es otro que el de la unión, la solidaridad y la convivencia que enriquecen a una comunidad tan castigada.
Que no es otro que la integración de quienes han huído del infierno y merecen encontrar su lugar en el mundo llamado civilizado. Que no es otro que, aunque no se subraye, la admiración por dos mujeres valientes y generosas, que contribuyen, con su implicación y entrega con ambos grupos, al imprescindible acercamiento.
Este octogenario admirable no renuncia a la esperanza y al optimismo. No renuncia a un final reconfortante y emotivo, pese a los malos tiempos que corren en ese y en otros aspectos, en el que l@s parias de ambas tierras marchan juntos y se ayudan mutuamente. Todos los respetos, comenzando por el de esta firmante, le son debidos por ello.
Es una de las elegidas para debatir en la próxima sesión de nuestra tertulia de cine Luis Casal Pereyra, que tendrá lugar el miércoles, 10 de enero, a las 19.30, en Casa del Libro Velázquez.
VÉANLA CUANTO ANTES, NO SE LA PIERDAN.