Antes que nada, esta firmante debe hacer constar que, estando como estuvo muy perjudicada ayer por un intenso resfriado, no tuvo los matices para elaborar mejor sus impresiones sobre esta película que nos ocupa y primera mirada de mujer vista por ella el día de ayer y primero del Certamen/Muestra de Cine Europeo 2023. Gala de Inauguración aparte.
Antes que nada, esta firmante debe hacer constar que, aunque sus reservas sobre esta propuesta siguen, le reconoce valores a este romance atípico entre una profesora de danza y un intérprete de lengua de signos cuya química es innegable en lo emocional, pero no en lo carnal, ya que él le confiesa que nunca ha sentido deseo sexual por nadie.
Lo que inevitablemente les conduce a un callejón sin salida, que deberán superar con generosidad y respeto. El primer punto positivo a favor de ‘Slow’- que cosechó abundantes aplausos al finalizar su proyección – es la singularidad de que es el varón precisamente quien padece, por así decirlo, esta disfunción.
El segundo punto positivo es que el cuerpo de la profesora, y protagonista, la estupenda actriz, coreógrafa y bailarina lituana Greta Grineviciute, no es el normativo al uso de sus colegas de profesión.
Por el contrario, es redondo, curvilíneo, muy sensual y, desde luego, lo usa maravillosamente en sus hermosas danzas, que interpretan bonitas canciones que se prodigan – quizás demasiado… – en la película.
Otro punto a su favor es que el personaje central sea una mujer autónoma que vive su erotismo libremente, con sinceridad y sin culpas al desvincularse de sus ocasionales compañeros de cama.
Por eso resulta chocante su dependencia de esta pareja tan atípica a la que, por cierto, la directora le retrata sabiamente en sus contradicciones machistas. Por eso resulta chocante que no se incida en ellas con complejidad y profundidad.
Que no se incida en el malestar que debe experimentar un varón con semejante peculiaridad en una sociedad patriarcal. Porque lo cierto es que se muestran más los devaneos, bailes, idas y venidas que una comunicación adulta entre ella y él.
Porque lo cierto también es que el personaje masculino no provoca ninguna empatía, más bien todo lo contrario. Y debería, debería tener un registro más sensible y tierno. Puede que sea un problema interpretativo, o de dirección, de quien lo compone, el actor lituano Kestutis Cicenas.
Coproducción entre Lituania, Suecia y España, de 104 minutos de metraje. La escribe y filma la guionista y cineasta Marija Kavtaradze, cosecha del 91. Su hermosa fotografía la firma Laurynas Bareisa y su envolvente banda sonora, Irya Gmeiner y Martin Hederos. Ganó el Premio a la Mejor Dirección en Sundance.
Con sus pros y con sus contras, desde luego que hay que verla.