El argentino Federico Schumukler, es un guionista, asistente de dirección y cineasta argentino, que debuta en el largometraje con esta propuesta, coproducción entre su país, España, Guatemala y México de 83 minutos de metraje.
Una ópera prima que se centra en la mirada y las vivencias de un niño de 12 años, el Felipe del título, que vive con su madre, abogada, y su novio, en Córdoba y de vez en cuando visita también a su padre, médico e importante cargo político gubernamental, que cohabita a su vez en Buenos Aires con su nueva pareja.
Ambientada en el 2001 – en la devastadora crisis llamada del corralito – desde el punto de vista de esta firmante y teniendo una idea de partida interesante, falla en el enfoque, en el guion y en el tratamiento.
Falla al tiempo, aunque resulte paradójico, en la ambición y en la cortedad de miras. Falla porque, pudiendo hacer un análisis de un tiempo y un país a través de un microcosmos familiar, resulta esquemática en ambos casos.
Porque lo es en el tema de las relaciones personales, del entorno del niño en un hogar y en otro y en los retratos tan epidérmicos que ofrece de la progenitora, aunque ella está mejor contemplada como profesional, solidaria con l@s más vulnerables, y como persona, y del progenitor, siempre ausente, adicto al trabajo y con todas las consecuencias de su ejercicio de poder estallándole en la cara.
También resulta ambivalente en sus postulados ideológicos. De hecho, quienes protestan en las calles, por la desesperación que les impulsa al saqueo, son vistos como delincuentes y no como personas que no pueden acceder a las necesidades más básicas.
De hecho, quienes amenazan al padre son vistos como matones y no se les da la menor oportunidad de explicarse. Porque tal parece que el hombre a quien cuestionan les arrebató el trabajo y el pan. Esto por no entrar en su improbable conclusión.
Que quede claro que sus intenciones son buenas y que no insulta la inteligencia, pero…Su correcta fotografía la firman Marcos Navarro y Ricardo de Angelis. El reparto cumple, sin más.
Escrito queda.