Archivo diario: febrero 5, 2024

‘Pobres Criaturas’: Las edades de Bella

Una mujer misteriosa, joven y bella, presa de una gran agitación, salta desde el piso alto de un monumental edificio hasta hundirse en el río. Sólo se la muestra de espaldas y luego, ya convertida en Bella Baxter en honor al científico – extravagante, mutilado y torturado por otro sádico científico, su propio progenitor – que la revivió aportándole un cerebro y con el que habita, en una jaula de oro, alejada de las asechanzas exteriores.

Un cerebro especial, cuyo origen no se desvelará en esta entrada, que le permite atravesar por diferentes fases, por diferentes edades mentales y emocionales – ya que físicamente no varía – a lo largo del metraje.

Desde la inocencia, que siempre conservará junto a la curiosidad infinita, la impulsividad y la alegría irresistible de un bebé. Desde la afirmación adolescente de una identidad que desafía normas y convenciones sociales, especialmente en lo que se refiere al despertar sexual, que comienza en un autoerotismo involuntario…

… Y que la arrojará a los brazos de un perverso y refinado abogado que le abrirá las puertas de su prisión doméstica, llevándola a ciudades fascinantes de varios continentes en las que ella dejará su inimitable impronta personal consiguiendo seducir al seductor, que probará de su propia medicina.

Quien esto firma, que ha tardado en elaborar esta entrada por encontrarse perjudicada fisícamente, no deja de reconocer los valores de una película de ciencia ficción victoriana, con influencias de diversos relatos góticos y muy deudora del inmortal Frankestein, de Mary Shelley.

Valores en su transgresión de fondo y forma, en su impecable factura entre el color y el blanco y negro, en su puesta en escena, en su desarrollo del personaje central, en su humor y en su crítica social. Sí, pero, desde su mirada feminista, Bella está muy lejos de ser esa mujer emancipada y libérrima que ha fascinado a la crítica.

Porque esa insaciable y devoradora curiosidad de la que hace gala, se manifiesta únicamente en el sexo, no en el saber. En unas relaciones sexuales en las que, salvo con una excepción, parece tomar las riendas e iniciativa pero, que no dejan de ser extremadamente convencionales, sin ninguna alternativa al coito clásico.

Pero, por si todo ello no fuera poco, se da en ella una normalización, e incluso estilización, de la esclavitud sexual más inicua, de la prostitución. Una esclavitud sexual que es mostrada como una experiencia erótica más, sin servidumbres, ni miserias. Esto es un NO ROTUNDO para esta firmante.

Porque Bella es una protagonista creada, filmada y escrita por dos hombres quienes, desde el punto de vista de quien esto firma, han proyectado en ella sus fantasías masculinas. Carece de la ternura, de la fragilidad y del candor de ese monstruo adorable tan inocente como complejo, hijo de la citada Mary Shelley.

Coproducción entre Irlanda, Reino Unido y Estados Unidos, fechada en 2023, de 141 minutos de metraje. La filma el director de cine, de teatro, guionista, productor y cineasta griego Yorgos Lanthimos, cosecha del 73 – a quien no hay que presentar, pero del que recordamos títulos como «Canino» (2009), «Langosta» (2015) o «El asesinato de un ciervo sagrado» (2017) – adaptando la novela homónima de Alasdair Gray.

Su memorable fotografía la firma Robbie Ryan y su excelente banda sonora se debe a Jerskin Fendrix. Chapeau a sus equipos de dirección artística y efectos especiales. En su magnífico reparto, destacar a una arrebatadora Emma Stone, a quien todos los reconocimientos le son debidos, muy bien acompañada por los excelentes Willem Dafoe y Mark Ruffalo.

La avalan el León de Oro en Venecia y 11 nominaciones a los Oscar, entre incontables candidaturas y distinciones, además de críticas espléndidas. Desde luego que hay que verla.

Escrito queda.