‘Vidas perfectas’: Casi todo sobre dos madres…

Una autora, dos realizadores, dos películas, cuatro protagonistas femeninas entre las dos, interpretadas por cuatro actrices de talento, han dado como resultante estas dos versiones de una misma historia. La que nos ocupa es un remake de la que mencionaremos en primer lugar.

La autora es la belga Barbara Abel, cosecha del 69 y a quien esta firmante no ha leído, que es considerada una de las referentes del thriller psicológico en su país. Con varios libros en su haber, ‘Instinto maternal’ es la novela que se adapta aquí.

Los realizadores que la han llevado al cine son:

En 2018, el cineasta belga Olivier Masset-Depasse, cosecha del 71, con el título original de ‘Duelles’, que se tradujo al español como ‘Instinto maternal’. Se trata de un filme sólido y solvente, clásico en fondo y forma, que quien esto firma decidió ver en una plataforma antes de escribir esta entrada.

Y en este año en curso, el director de fotografía francés – responsable de las imágenes de, entre otras muchas, ‘El olor de la papaya verde’ o ‘El niño con el pijama de rayas’ – que debuta tras la cámara con ‘Vidas perfectas’, remake de la anterior, Benoit Delhomme, cosecha del 61, en la que se centrará esta reseña.

Las dos protagonistas de la primera son las excelentes actrices belgas, Veerle Baetens, también cantante, que interpreta al personaje central de ‘Alabama Monroe’ (2012), de Felix Van Groeningen y cuyo debut tras la cámara fue la notable ‘El deshielo’ (2023). Y la también guionista Anne Coesens.

Las dos de ‘Vidas perfectas’ son las no menos excelentes actrices norteamericanas Jessica Chastain y Anne Hathaway. Por cierto, la primera de ellas recomendó a la segunda para componer a su compañera de reparto. Ambas, por cierto, son lo mejor de la función y muy superiores a sus roles.

La historia remite a dos amigas íntimas, vecinas, felizmente casadas, llevando vidas perfectas y cada una de ellas con un hijo de la misma edad quienes, a su vez, son compañeros inseparables.

Hasta que un día aciago, una terrible tragedia hace saltar todo ese microcosmos presuntamente idílico por los aires y se revela el lado más oscuro de personas, circunstancias, entornos e interrelaciones.

No se harán spoilers, pero es interesante saber que se incide en el duelo, que puede conducir a unos actos temerarios, por una pérdida devastadora, que cursa con la culpa y con obviar la responsabilidad propia para proyectarla en otra persona. Otra persona quien, a su vez, se reprocha su falta de rapidez y reflejos para evitarla.

Ambientada a principios de los años 60 – esa década tan reaccionaria, sexista y sobrevalorada en todos los sentidos… – cuando Betty Friedan publicó su clásico ‘La mística de la feminidad’.

Un libro en el que hablaba del «malestar que no tiene nombre», cuyas principales afectadas eran aquellas a las que, como a los personajes centrales de este relato, sólo se permitía ser esposas y madres por mor de los mandatos patriarcales.

Porque estas dos amigas con tanto potencial son sólo eso, no ciudadanas, ni personas a parte entera. Dos esposas y, sobre todo, dos madres. El realizador apunta, pero lamentablemente no desarrolla, las frustraciones de ambas en este sentido encerradas en tal corsé. Y sobre todo de una, periodista a la que no se le permite ejercer por su marido y pater familias…

Pero, se insiste, la vocación de estilo y de puesta en escena de este thriller psicológico lujoso, oscuro y sofisticado – que merece verse, pese a todo – arruina sus principios ideológicos y éticos. Arruina la profundización tan necesaria en cómo, especialmente en este caso, lo personal es lo político.

Coproducción entre Estados Unidos y Reino Unido, fechada en el año en curso, de 94 minutos de metraje. La fotografía, con excelencia y como no podía ser menos, su propio director. La notable banda sonora se debe a Anne Nikitin.

Ya se ha citado a Chastain y Hathaway, secundadas con solvencia por Josh Charles y Anders Danielsen Lie. Aún en cartelera, véanla y juzguen por sí mism@s.

Escrito queda.

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