Imaginen a dos hombres atracando, tan inesperada como calculadamente, un banco con rehenes, dos de los cuales menores. Imaginen la angustia de quienes se encuentran atrapad@s sin salida, a merced de sus secuestradores.
Imaginen las horas desesperadas, aunque no sean exactamente 24, de un día interminable, El día. Imaginen que esos fragmentos temporales serán repetidos desde otros lugares y personas intervinientes, para que la situación y el contexto sean aún más clarificadores.
Imaginen a los rehenes, imaginen a sus familias angustiadas, imaginen a la policía, imaginen al inspectora al cargo, imaginen a la fiscal, imaginen a la negociadora y a los negociadores.
Imaginen a este heterogéneo grupo humano, con sus traumas, inseguridades, circunstancias personales, secretos y mentiras. Imaginen a algunos medios de comunicación, coartados por las autoridades del caso, que no dudan en hacer trampas para informar.
Imaginen una plaza aparentemente solitaria, donde se sitúa la entidad bancaria, que está en realidad rodeada por las fuerzas del orden. Imaginen las conversaciones, la cuenta atrás al teléfono, las tensas negociaciones vistas desde uno y otro lado. Imaginen a dos delincuentes muy distintos y obligados a entenderse.
Imaginen otros espacios como una furgoneta, una planta depuradora, unas habitaciones, unos hogares rotos, un hospital… Imaginen una puesta en escena depurada, concisa y precisa, pero tan tensa, intensa y emotiva como la historia requiere.
Imaginen 12 episodios absorbentes, de 60 minutos de duración, en cada uno de los cuales habitan revelaciones, giros y sorpresas. Imaginen el esfuerzo de esta firmante por no hacer spoilers…
Imaginen un tempo, un clima y una atmósfera, como precisa el relato. Imaginen esta producción audiovisual belga, ambientada en una pequeña ciudad flamenca, fechada en 2018. Imaginen que está impecablemente realizada por Gilles Coulier y Dries Vos.
Imaginen que está excelentemente escrita por Jonas Geirnaert y Julie Mahieu. Imaginen que su solvente fotografía la firman David Williamson y Brecht Goyvaerts. Imaginen que su notable banda sonora está a cargo de David Martijn y Wim Coryn.
Imaginen un reparto coral en estado de gracia y lleno de talento. Imaginen todo ello y también… por razones que no puede desvelar, la decepción de esta firmante con un final desde su punto de vista tramposo, insidioso y dificilmente creíble.
Pero, por supuesto, que hay que verla. Háganlo sin falta en Filmin.
Escrito queda.