…Y muy mucho. Aunque no precisamente en el sentido político, pacifista y social que reclamaban los cantautores de folk estadounidenses de la muy comprometida escena musical neoyorquina de los años 60, en la que irrumpe un chico de 19 años, oriundo de Minnesota, llamado Robert Allen Zimmerman, quien luego sería universalmente reconocido como Bob Dylan.
Quien luego, mucho más tarde, sería universalmente reconocido también con el Premio Nobel de Literatura, miren por dónde. Quien luego, mucho más tarde, sería universalmente reconocido también con el Premio Príncipe de Asturias de las Artes y con Grammys, Globos de Oro, Premios de la Academia y hasta un reconocimiento honorario del Pulitzer…
Quien luego, mucho más tarde, tendría una epifanía religiosa honda y transcendente, aunque finalmente retomaría sus temas seculares y una más rigurosa estructura musical. Quien luego transitaría con talento y éxito por muchos y arriesgados géneros musicales. Quien luego…
Pero esta película que nos ocupa se centra, como se ha escrito antes, en los inicios de este clásico octogenario durante los años 60. Concretamente, desde el 60 hasta el 65. Desde cuando era apenas un adolescente que, según el relato aunque desmentido por los investigadores, ya que el fabuló mucho sobre su biografía, contactó con sus ídolos Pete Seeger y Woody Guthrie.
A ambos les conoció, les dejó admirados y le avalaron en sus actuaciones en pequeños e icónicos espacios y, sobre todo, en diversas ediciones del Templo del Folk, el Festival de Newport. Allí desató la locura colectiva con temas tan clásicos e inmortales como Blowin’ in the wind, Times are Changing, Like a Rolling Stone o Mr. Tambourine Man… que suenan en el filme.
Todos ellos en un país convulso por la guerra de Vietnam, el racismo siempre presente, la crisis de los misiles o el asesinato de Kennedy entre otros. Todos ellos en un lustro donde se desarrollaron sus relaciones, como la de Joan Baez o la también artista, ya fallecida y activista por los derechos humanos, Sylvie Russo o Suze Rotolo, su nombre real.
Todo ello lo narra ‘A complete unknown’, con credibilidad y fuerza, aunque resulte insatisfactoria por su esquemática ligereza argumental y narrativa, teniendo en cuenta la época, el personaje y la nación que retrata.
Pero lo cierto es que su visión de la bohemia musical y de sus protagonistas engancha y atrapa, tanto como la servidumbre de la fama de un personaje hosco que, por sus osadía e integridad creadora, traiciónó a sus padrinos artísticos y amigos en el Festival citado, tocando rock allí, ante el rechazo inicial de un público que luego le aclamó.
Producción norteamericana, fechada en 2024, de 141 minutos de absorbente metraje. La escribe, junto a Jay Cocks, basándose en el libro de Elijah Wald, y la dirige el productor, guionista y cineasta estadounidense James Mangold, cosecha del 63, en cuya ecléctica filmografía se incluyen comedias románticas, otros biopics musicales y hasta una de la serie de Indiana Jones.
La fotografía con acierto Phedon Papamichael y su memorable banda sonora nos regala los temas clásicos del personaje central. La interpreta con talento Thimotée Chalamet, que ha estado a un paso del Oscar, muy bien secundado por Elle Fanning, Edward Norton y Monica Barbaro.
La preceden seis nominaciones a los BAFTA, tres a los Globos de Oro y ocho a los Oscar. Es una de las elegidas para debatir en nuestra tertulia de cine Luis Casal Pereyra la tarde/noche de este MIÉRCOLES, 5 DE MARZO, A LAS 19.30, EN CASA DEL LIBRO VELÁZQUEZ, . ÚNANSE.
Escrito queda.