‘Por todo lo alto’: Dos hombres y dos destinos

¿Qué vincula a un director de orquesta universalmente conocido y reconocido, culto y refinado, que viaja por todo el mundo, pero que vive en París, con un empleado de comedor escolar, aparentemente primario, que toca el trombón en una banda de música en el norte de Francia?

¿Qué pirueta del destino separó a dos niños, posicionándolos en los extremos opuestos de clase, entorno y estatus social, qué jugarreta hizo posible que la generosa y muy solvente dama que adoptó al primero y estaba dispuesta a hacerlo con el segundo, se quedara embarazada de una niña y desistiera?

¿Qué ocurrió para que una mujer buena y humilde ignorara que, además del menor al que acogió, existía otro vinculado a él por lazos de sangre, al que también lo hubiese llevado consigo?

¿Qué desdicha, bajo los terribles efectos de una enfermedad cruel, hizo que el mayor – sin compatibilidad en el trasplante de médula con sus presuntas madre y hermana – se enterara de que no era hijo biológico, aunque sí muy querido, y viajara al norte en busca de su hermano menor para que se la donara, ante el asombro, la incredulidad y el enfado iniciales de éste?

¿Qué agravios comparativos, qué distancias aparentemente insalvables, entre dos desconocidos con vínculos consanguíneos, entre dos hombres con dos destinos tan diferentes…? ¿Qué diferencia tan abismal entre los modus vivendis de ambos hermanos separados al nacer o casi?

El actor, guionista y cineasta francés Emmanuel Courcol, cosecha del 57, es un realizador que se posiciona contra las injusticias, precariedades, explotación y falta de oportunidades de la clase obrera, ejemplificada en el hermano menor, cuya fábrica se va a pique, porque pretenden desmantelarla, frente a los privilegios que ostenta desde la cuna el mayor.

Ambos, eso sí y cada uno a su nivel, comparten la pasión por la música y, poco a poco, un mutuo afecto. La mirada del realizador sobre esta historia, que en otras manos pudo haber sido tan tópica como temible, es respetuosa, contenida, sensible, vibrante cuando debe y comprometida con los planos social, fraternal, familiar, laboral, personal y la interacción entre ellos, enfermedad incluída, es tratada con lucidez, humor y delicadeza.

Producción francesa, fechada en 2024, de 103 minutos de metraje. La escribe el propio Courcol, junto a Irene Muscari y la produce su amigo Robert Guédiguian, un referente cinematográfico de izquierdas. La fotografía muy bien Maxence Lemmonier y su excelente banda sonora, piezas clásicas aparte, es de Michel Petrossian. Magníficos los protagonistas Benjamin Lavernhe y Pierre Lottin.

Premio del Público en San Sebastian y nominada a siete Premios César, todos los reconocimientos le son debidos a una historia digna y hermosa, que siempre mantiene a raya las sensiblerías y los clichés.

No se la pierdan.

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