Esta firmante ha hecho una lectura, personal, subjetiva e intransferible de la hipnótica, brutal, inmisericorde, osada y siempre al filo ‘Sirat’, de tal modo que – sin hacer spoilers, va a ser complicado explicarlo… – las motivaciones ignotas de los personajes, sus comportamientos peregrinos y erráticos y su inquebrantable afán por un viaje sin retorno, por un viaje a ninguna parte en pos de una rave maldita, corresponden a un contexto conocido por ell@s, aunque no para quien la visiona.
Esta firmante entró en la sala pensando que iba a ver una película y se encontró con otra. Porque, aunque el hilo conductor sigan siendo un hombre, un niño, y su perrita, en busca de su hija y hermana perdida hace meses en una de las «fiestas de música electrónica, a menudo ilegales o informales, que se organizan en lugares inusuales como almacenes o zonas rurales, que suelen atraer a grandes multitudes por su ambiente energético»…
… O lo que es lo mismo, las raves antes citadas. Porque, aunque ambos la buscan, enseñando y repartiendo sus fotos, en el desierto marroquí – está rodada entre Monegros y Marruecos, con las escenas finales en el imponente Cañón Rojo de Teruel – y siguen, contra viento y marea, a un grupo de hombres, dos de ellos con la pierna y el brazo mutilados respectivamente, y de mujeres que van a la última fiesta clandestina que promete ser la mejor, este viaje será aún más díficil y peligroso de lo esperado.
Porque en su transcurso se va revelando que el contexto en el que se mueven estos personajes trasterrados es extremadamente hostil con las gentes nativas y con ell@s. Que el ejército hace acto de presencia. Que hay una muchedumbre que huye. Que la música, el baile y sus percusiones, además de las diversas sustancias consumidas, son la única vía de escape, de placer y de expresión que les queda.
Porque estas personas que se desplazan a través de un desierto árido, inabarcable mar de arena plagado de trampas letales, son conscientes del peligro que corren, oyen la radio, están informad@s. Gentes habitadas por la audacia, por la desesperación contenida, pero también por la empatía, por el compañerismo, por la búsqueda de otro universo posible, que deberán llegar desde un pathos difícilmente soportable hasta un final abierto e incierto…
Coproducción hispano-francesa, fechada en el año en curso, de 114 minutos de metraje. La escribe el propio director, Oliver Laxe, junto a Santiago Fillol. La fotografía con excelencia y talento, Mauro Herce y su banda sonora, tan desasosegante, está a cargo de Kangding Ray.
En un reparto coral ajustado y ad hoc, sobresalen un inmenso Sergi López y el niño Bruno Núñez, sin desmerecer las composiciones de Jade Oukid y el resto de viajer@s. Obtuvo el Premio del Jurado en Cannes.
Todos los reconocimientos le son debidos a esta inquietante, intensa, desgarradora, poderosa, y por momentos imposible de contemplar mezcla, de drama, thriller, western, road movie y distopía que nos interpela como sociedad y nos invita a asomarnos a sus abismos.
Ni se les ocurra perdérsela.