La poeta, partisana, narradora y actriz feminista italiana Goliarda Sapienza (1924-1996) tuvo una vida tan rica en experiencias, compromiso y militancia, como tumultuosa. Su existencia, porque su talento nunca fue reconocido más que póstumamente, fue tan paupérrima que se vio obligada a robar para subsistir. Fue por ello por lo que dio varias veces con sus huesos en la cárcel, lo que no le impidió tampoco, antes de esta tesitura, alternar con los más prestigiosos intelectuales y creadores-as de su tiempo.
Amó a hombres y a mujeres, se casó dos veces, tuvo varios intentos de suicidio y consideró haber sido tratada y acogida mucho mejor en prisión que en su ambiente social citado. Esta película recoge, o lo intenta, ese fragmento de su biografía centrada en su tiempo en prisión, sus relaciones especialmente con las internas, sus amigas, y su trabajo como escritora – sobre todo de su obra magna ‘El arte de la alegría’, rechazada sistemáticamente por las editoriales y luego aclamada años después de su muerte, que la consagró como una de las grandes autoras de su país – del que apenas si se dan algunas pinceladas.
Este material de partida tan apasionante, como peligroso en según qué manos, es lastimosamente desaprovechado por el guionista, director teatral y cineasta Mario Martone, cosecha del 59, que, a no dudarlo, tiene mucho mejores títulos en su filmografía que le han hecho acreedor de reconocimientos tales como el León de Plata, Gran Premio del Jurado, en Venecia y dos David de Donatello, además de la Orden al Mérito de la República Italiana.
Porque, en opinión de esta firmante, el realizador no consigue mostrar la complejidad, el talento y la fuerza vital de su protagonista y de las mujeres que la acompañaron en su vida dentro. Algunas veces, pocas, sí acierta a retratar la solidaridad, el afecto, la complicidad, el deseo, el amor, la irresistible energía y la sororidad entre ellas, pero tales fogonazos se difuminan en un relato fílmico disperso, reiterativo, superficial y lleno de tiempos muertos, golpes de efecto y pretenciosos diálogos – dentro de un más que deficiente guion, que firma él mismo junto a Ippolita di Majo – que más que aclarar, oscurecen.
Sus solventes fotografía y banda sonora están a cargo, respectivamente, de Paolo Carnera y Valerio Vigliar. El reparto transmite credibilidad y fuerza, especialmente en los casos de Valeria Golino y muy especialmente de Matilde de Angelis, muy superiores a sus personajes.
La propia escritora aparece al final de los títulos de crédito. Una pena que ‘La vida fuera’ no haya estado a su altura.
Escrito queda.