Los hermanos Jay y Mark Duplass son los nuevos referentes del cine indie norteamericano. O sea, el llamado cine independiente. De ellos, nos llega su tercer largo, este ‘Cyrus’, que viene precedido de reconocimientos varios a su calidad y a su reparto, en su paso por Certámenes como Deauville, Locarno, la Seminci vallisoletana y, por supuesto, Sundance. Según leemos en la ficha técnica, representan la corriente de este cine llamada «mumblecore», descrita como «hacer de la falta de medios un signo de distinción ético y estético y utilizar canales alternativos para su difusión». Toda una declaración de principios…
La historia sigue a un hombre depresivo a quien la inminente boda de su ex desde hace varios años, quien también es amiga y confidente, le remueve aún más sus carencias afectivas y existenciales. En efecto, el neurótico y solitario protagonista vive en un caos doméstico, carece de vida propia y habilidades sociales, tiene la autoestima baja y
una desesperanza profunda en sus expectativas de futuro. Aún así y contra todo pronóstico, conoce en una fiesta a una mujer adorable, aparentemente sin compromiso, con la que establece una excelente química. Pero el rival más duro e inesperado, hará pronto su aparición estelar.
Los jóvenes realizadores que nos ocupan comparten con el indie más comercial y tramposo, por así decirlo, el tratamiento cercano y sensible hacia temas y personajes que rozan lo escabroso o lo friki, la naturalidad en su aproximación tan respetuosa como irónica a la disfuncionalidad como forma de vida, la agudeza y brillantez de los diálogos, la buena elección y dirección de actores o el mostrar, con un humor incisivo, el rostro menos complaciente de un país y una ciudadanía en sus horas más bajas.
A estos factores se añaden, en este caso, la honestidad, la autenticidad y la ternura con las que se enfrentan a una historia algo vidriosa, en clave de comedia, sin guiños facilones ni banales. Bien contada, bien resuelta, disfrutable con la inteligencia y la emoción, amorosa con esos seres tan imperfectos y perdidos, maravillosamente interpretada- John C. Reilly, Marisa Tomei, Catherine Keener y Jonah Hill ofrecen un verdadero recital – es una estimulante excepción en nuestra aburrida y mediocre cartelera.