La catalana Vicky Subirana Rodríguez escribió ‘Una maestra en Katmandú’ sobre su experiencia impartiendo clases en Nepal, donde sigue viviendo, y donde ha fundado dos escuelas infantiles y dos de adultos, con más de un millar de alumnos en total. Una mujer valiente y decidida, que cambió una vida acomodada por compartir las privaciones de la población y que ha sufrido agresiones y amenazas contra su vida por desafiar las leyes y las rígidas tradiciones imperantes en el país en cuanto a la educación de la casta inferior desheredada.
Iciar Bollaín, cineasta que ha evolucionado desde su intimismo inicial a un compromiso abierto con las causas de l@s más desfavorecid@s, y con las mujeres en particular, ha adaptado libremente el libro en esta su última cinta. Lo centra en los primeros años de estancia de la protagonista y en todas las vicisitudes y dificultades que hubo de afrontar. La escritura del guión la ha compartido con su habitual Paul Laverty y, si exceptuamos al personaje central, muy bien encarnado por Verónica Echegui -que optará al Goya a la Mejor Actriz, por este trabajo- el resto del reparto son nativ@s no profesionales.
Aunque confiesa que, como ‘También la lluvia’, ésta era una propuesta ajena, ello no es óbice para que le transmita a la historia una impronta muy personal de fondo y de forma. Su exquisita mesura y sensibilidad al exponer injusticias flagrantes disfrazadas de tradición y cultura, sin caer en maternalismos. Su manera de mostrar una historia de amor inesperada, que no vence a una vocación inquebrantable. Su visión de los personajes y sus razones por terribles que nos parezcan. Su honradez al constatar y hacernos ver la frustración de quien no puede con costumbres arraigadas de dramáticas consecuencias, pero será capaz con su trabajo de prevenirlas en el futuro. Su mirada sobre la hermosa amistad de dos mujeres, tan afines como radicalmente distintas. Su apuesta por una educación sin fronteras liberadora y justa, especialmente en el caso de las niñas.
Su testimonio fílmico, en resumidas cuentas, de una aventura tan personal como colectiva es irreprochable, aunque en ocasiones le falte garra e intensidad para transmitirnos la pasión de la protagonista por una peripecia vital tan incierta como peligrosa, cercana al mesianismo. Con dicha salvedad, una película más que digna. Hermosa, sensible y solidaria.