Archivo mensual: noviembre 2010

Festival de Cine Europeo: Puntos de vista II

La segunda entrega del Festival se saldó con dos expectativas defraudadas en la Sección Oficial . La coproducción anglo-española ‘Mr. Nice’, de Bernard Rose y la francesa ‘Chicas’, de Yasmina Reza.

‘Mr Nice’ cuenta la historia de un personaje real, Howard Marks, ciudadano galés nacido en el seno de una familia humilde, cuyo notable talento le condujo a ser aceptado como profesor en Oxford y, desde allí, a iniciar una muy rentable e internacional carrera delictiva como traficante internacional y consumidor incansable de todo tipo de sustancias ilegales. En su extenso curriculum figuran asimismo contactos con miembros del IRA y del M16… Tiene unos treinta primeros minutos irresistibles, con ese humor delirante que los británicos dominan como nadie. Con una puesta en escena, voz en off incluída, arrolladora y singular.

Sabe captar los ambientes hippies y psicodélicos del swing en sus inicios, pero desarrrolla una incontinencia visual y narrativa que le hace perder el norte, acumulando peripecias y gags presuntamente corrosivos que, por sobredosis, pierden su carga crítica. Objetaliza a las mujeres, siempre muy ligeras de ropa y despojadas de cualquier atributo salvo el sexual, con la excepción de la estupenda Chlöe Sevigny. Decepcionante deriva, en suma, de un filme fallido en el que aparecen Elsa Pataky y Luis Tosar, por parte española, y en el que Rhys Ifans borda su papel.

La celebrada dramaturga Yasmina Reza tropieza – y de qué manera – en su debut fílmico con ‘Chicas’, parte de cuya acción sitúa en Málaga. Historia de una peluquera de esa ciudad, residente en Francia, viuda con tres hijas de personalidades y formas de vida muy diferentes, con quienes se reúne para presentarles a su nueva pareja. Y ya se sabe lo que pasa en estas situaciones… que estallan los conflictos. Un subgénero en sí mismo en el cine, el de las coincidencias familiares tormentosas. Lo que sorprende, en el peor sentido, no es sólo que esté contada con una factura penosa de telefilme barato, con un guión infame y plagado de inverosimilitudes, con unos personajes lastimosos de puro tópicos, sino que, además, esté mal dialogada tratándose de una autora dramática prestigiosa.

Festival de Cine Europeo : Puntos de vista I

El Certamen sevillano ofrece más de un centenar de películas en más de una veintena de Secciones. Alguna que otra vacía de contenido, alguna que otra repitiendo títulos, alguna que otra con filmes más que vistos y sabidos, alguna que otra de relleno… Luego están las clásicas de Homenajes, Eurimages, EFA, Cortos, Documentales, Panorama Andaluz, Retrospectiva. Este año está dedicado a la cinematografía holandesa, bajo el epígrafe de Tulipanes salvajes.

La inauguración corrió a cargo de la británica ‘Tamara Drewe’, de uno de los homenajeados en esta edición, Stephen Frears. Volveremos sobre ella más extensamente. Es una de las prenominadas por la Academia Europea de Cine para sus premios anuales dentro de la Sección EFA, anteriormente citada.

En esta apertura del Festival, no hubo ninguna película a concurso programada. Sí, en cambio, otras dos competidoras de la cinta de Frears para los galardones europeos. A saber, la noruega ‘Upperdog’, de Sarah Johnsen y la coproducción entre Estados Unidos e Irlanda, ‘Ondine’, de Neil Jordan. La primera es una pretenciosa amalgama de historias y vidas cruzadas con un gazpacho temático que incluye búsqueda de raíces familiares, clasismo, inmigración y traumas postbélicos, entre otros, contado de forma tan vacía como solemne.

Neil Jordan tampoco demuestra estar en su mejor forma con este cuento que se presume mágico y negro, llamado ‘Ondine’. Pese a mostrar ciertos rasgos emotivos y de humor, a cargo de Stephen Rea y la niña Alison Barry, los mejores del reparto, naufraga-nunca mejor dicho en este caso- en su tratamiento de la historia y en el esquematismo de los personajes. El insoportable Colin Farrell no contribuye precisamente a matizar a su atormentado protagonista.

‘La red social: Conexiones’

He aquí la película que relata cómo fue posible la concatenación de casualidades que llevó a un joven tímido, más bien inexperto en habilidades sociales y, desde luego, de privilegiada y brillante inteligencia, a crear un espacio donde, teorícamente, se manifiestan todas las personalidades, todas las ideologías, todas las causas y todas las aficiones. Ese lugar, universal y libre- o, al menos, debería seguirlo siendo…- conocido como Facebook.

Corría el otoño de 2003. En la universidad de Harvard, una cita sale mal y la chica rompe con su pareja, el protagonista de nuestra historia. Este, despechado, idea un plan para humillarla usando internet como instrumento. De ahi pasa, al más burdo estilo machista, a urdir- junto a su mejor amigo – un juego comparativo sobre las bondades físicas de las estudiantes de los distintos centros a través de la red, que tiene un éxito inmediato, con decenas de miles de visitas. Logra, incluso, piratear sistemas informáticos de seguridad altamente sofisticados para añadir un ‘catálogo’ más amplio de jóvenes a la colección.

Esto llama la atención de dos hermanos, de elevado estatus social, quienes le encargan un programa más ambicioso de contactos circunscrito al ámbito universitario. Paralelamente a este trabajo, va configurando el germen de la red… La película nos muestra todo esto, a modo de flash back, junto a imágenes de las comparecencias legales del personaje central – Mark Zuckerberg – demandado por su citado ex mejor amigo y por los hermanos, por los que consideraban legítimos derechos de autores, o, como mínimo, co-autores, de semejante y altamente rentable fenómeno social.

David Fincher cuyo estilo, siempre refinado e inquietante, es, al tiempo, de una plasticidad singular con el tema que trata, prefiere dar cuenta de todos estos hechos exponiéndolos a nuestra consideración, sin coartadas emocionales o psicológicas. Los registra, a partir de la adaptación de la novela de Ben Mezrich, ‘Millonarios por accidente’, con una velocidad vertiginosa que compromete, a veces, el seguimiento de los diálogos, especialmente en versión original. Es la celeridad con la que funcionan las mentes prodigiosas de cierta élite académica estadounidense, cuyas miserias morales también se dejan entrever.

Como, y no unicamente, las del protagonista- un excelente Jesse Eisenberg, muy bien secundado por el resto de un reparto en el que destacan Andrew Garfield y Justin Timberlake. La inteligencia del realizador es no retratar ni a un héroe de nuestro tiempo, ni a un villano, sino a un joven de talento que supo rentabilizar las necesidades de conexión colectivas, aún a costa de las suyas propias.