La primera de la mañana de esta segunda jornada del Certamen ha sido la coproducción sueco-polaca ‘The Mill and the Cross’, del realizador de esta última nacionalidad, Lech Majewski, quien no sólo se sitúa tras la cámara, sino que además produce, fotografía y compone parte de la música de esta singular película.
Narra la brutal ocupación española en el Flandes del siglo XVI a través de los ojos de un pintor, Brueghel el Viejo, un amigo y mecenas del artista y una mujer madura y doliente cuya identidad nos sorprenderá. Cada uno de ellos está encarnado con solvencia y respectivamente por Rutger Hauer, Michael York y Charlotte Rampling. En cualquier caso es una cinta coral, aunque el trío citado conduzca las líneas maestras de la historia.
Filmada en hermosos escenarios tanto naturales como decorados a cargo también del director, mezclados con ténicas digitales, en los que las figuras dejan ver sus vidas y el interior de sus hogares en un entorno rural y bucólico, habitado por gente trabajadora, amable y pacífica con una forma de existencia aparentemente plácida y dichosa. Este pueblo, sin embargo, sufre la feroz tiranía española encarnada en los terribles y tristemente soldados de capas rojas que cometían tropelías, torturas, asesinatos y ejecuciones sumarísimas, culminando en la crucifixión, sin que los aterrorizados paisanos les opusieran resistencia alguna. De ahí la importancia para el pintor de consignar para la posteridad tales barbaries.
Una puesta en escena con algunas de las características descritas, con unas composiciones cromáticas en las que realidad y artificio coexisten en armonía, como la cotidianidad de las gentes de toda edad y condición se aviene con el hecho de integrarse en la tela imaginada por el artista. Lenta, de planos con gran profundidad de campo, con una cuidadosa recreación de vestuarios y ambiente, poblada por largos silencios junto a soliloquios y pocos diálogos, la mayoría en español, no siempre resulta fácil de ver pero merece la pena hacerlo.
Y la merece porque se trata de una reflexión profundamente religiosa y política sobre el papel del arte en sí mismo y contra las tiranías, de literalmente permitirnos entrar en una obra maestra de la pintura, de recrear la elaboración de una cuadro, de contemplarnos como los malos de la histórica función, de atravesar el otro lado del espejo como españoles y como representantes del presunto dogma verdadero. Un ejercicio estimulante y necesario.
