Archivo diario: noviembre 6, 2011

Sevilla Festival de Cine Europeo. Toma III. Parte 2: La vida de los otros

En la película hispano-alemana, incluída en la Sección Arte, ‘El color del océano’ de Maggie Peren se aborda el tema de la llamada inmigración ilegal, la que llega en miserables pateras dejando sus vidas en el mar y en las playas donde otr@s más afortunad@s se solazan al sol… La realizadora ha construido partiendo de este tema una cinta, de buena factura y mejores intenciones, en la que varias historias y personas cruzan sus caminos bajo los cielos de una costa española, en dramáticas circunstancias. Comercial, honrada, bien contada y filmada con un reparto convincente en el que resulta algo disonante la excesiva caracterización de Alex González, puede y debe llegar a ese gran público al que está destinada ofreciéndole una alternativa digna y crítica al cine de consumo al uso.

La noruega, preseleccionada por la Academia Europea para sus premios anuales, ‘Oslo, August 31st’, es lo mejor, con ‘The Mill and the Cross’ que quien esto suscribe ha visto hasta ahora en el Certamen. La firma y la escribe Joachim Trier y está basada en un relato del excelente y maldito escritor Drieu La Rochelle.

Trata sobre un treintañero que acaba de salir del Centro de rehabilitación, tras cinco años de paréntesis vital luchando contra las adicciones que presidieron su juventud más salvaje. Y que se encuentra con un mundo que no le acoge y en el que no se reconoce. Amistades de tropelías ahora burgueses más o menos satisfechos, entrevistas de trabajo que se le resisten al reconocer su oscuro pasado, novias que no pueden perdonarle viejos agravios… Demasiado para alguien inteligente, culto, frágil y enormemente desdichado.

El realizador nos muestra el itinerario en busca del lugar perdido de este antihéroe conmovedor, sin subrayados ni moralinas. Con un buen hacer, una sensibilidad y una lucidez aplastantes. Absolutamente recomendable. Y, además, tras los clamorosos silencios y tiempos muertos que han caracterizado a las películas de esta mañana, resulta estimulante una cinta en la que los personajes sienten, lo expresan y dialogan con propiedad y cultivadamente, pensando lo que dicen y diciéndolo muy bien. El reparto, de chapeau.

Volvimos al silencio, pero de otro tipo, con ese encantador divertimento llamado ‘The artist’, cinta francesa de Michel Hazanavicius, integrada en la misma Sección de la noruega, EFA. Un homenaje a la fábrica de sueños, al cine mudo, al nacimiento del sonoro y a quienes protagonizaron ambas etapas, desde una irónica mitomanía y con un burbujeante ritmo que decae algo a  mitad del metraje, pero vuelve a resurgir. Una película atrevida, posiblemente sobrevalorada, deliciosamente frívola y romántica.

Sevilla Festival de Cine Europeo. Toma III. Parte 1: Vacíos

La tercera jornada del Festival nos ha deparado esta mañana sendas películas de la Sección Oficial , muy diferentes en temática e interés, pero con el denominador común de la morosidad en su planteamiento y planificación. Una bastante más gratuita que la otra, sin duda. Son respectivamente la española ‘Las olas’, de Alberto Morais y la rusa ‘Heart´s boomerang’, de Nikolay Khomeriki.

La española sigue a un superviviente de un campo de concentración francés,  residente en Valencia, que ha enviudado recientemente y se propone volver a los lugares de su juventud como soldado y a donde fue hecho prisionero. Para ello, no duda en conducir su viejo coche que le deja tirado en la carretera, le ayuda una pareja- la chica, especialmente- quien le lleva a Barcelona y, de ahí, un amigo le traslada a la frontera francesa y, ya en solitario, a su destino.

Casi una road movie, de exasperante lentitud, de planos fijos que nada significan y nada aportan. Al contrario, restan interés e intensidad a una historia que, en otras manos y con otro enfoque, podría haber sido tan sugerente como necesaria. La voluntad de estilo del realizador , tan narcicista como pretenciosa, resulta a la postre hueca, artificiosa y vacía de contenido. Ello afecta también al trabajo actoral, pues los personajes no les dan juego. Pese a todo, Carlos Alvárez y Laia Marull les aportan la calidad, marca de sus estilos interpretativos.

Nikolay Khomeriki asoma al espectador a la tesitura de un joven de 23 años, ayudante de maquinista, quien -gozando de buena salud aparente, pero aquejado de vagos malestares- acude al médico para recibir el terrible diagnóstico de que puede morir en cualquier momento, aunque su enfermedad sea prácticamente asintomática y le permita, con ciertas reservas, llevar una vida normal.

Y eso es lo que hace, precisamente. Ocultarle a todos, a su madre, a su chica, a sus amistades y colegas, la gravedad de su dolencia y seguir con su vida cotidiana, como si nada hubiera pasado. Pero, claro, ya nada será lo mismo porque carece de futuro…

El realizador plasma el estado de ánimo del protagonista- depresivo, anómico, pasivo, inexpresivo…- integrándolo con acierto en un ambiente, la película está rodada en blanco y negro, invernal, gélido, desapacible y melancólico con las fiestas navideñas de por medio, para mayor ironía. Bien filmada, con una puesta en escena en la que cada plano suma y significa, resulta correcta pero carente de emoción, siquiera contenida.