Archivo diario: noviembre 8, 2012

SEFF, IX edición. Sección Oficial. ‘Sister’: Arriba y abajo

Un niño de doce años deambula  por las pistas de una elegante estación de esquí alpina. Va equipado con pasamontañas y gafas protectoras y podría pasar por un hijo de uno de esos turistas ricos que pueblan el lugar. Sólo que no lo es. Sólo que él pertenece a otro ambiente radicalmente opuesto. Sólo que su lugar es el de abajo, un valle sin ninguna belleza, ni encanto, donde viven y trabajan quienes sirven a l@s de arriba.

Y también ese niño está ‘trabajando’ para sobrevivir. Roba materiales de la gente afortunada y los revende luego. Porque ese niño está solo y tiene que buscarse la vida. Porque ese niño tiene una hermana mayor, de veintipocos, con la que comparte un secreto, que va y viene, inestable e inadaptada, a la que intenta, como puede, cuidar. Y es por eso que el niño debe valerse por sí mismo, aún a costa de procedimientos delictivos a los que saca un provecho económico. Ese ‘equilibrio’, no obstante, no durará mucho y traerá consecuencias.

La película que da cuenta de esta historia, esquemáticamente resumida aquí, es ‘Sister’, una coproducción franco-suiza, de Ursula Meier, que ganó el Oso de Plata Especial en Berlín, que tiene un metraje de 100 minutos y cuyo guión lo coescribe también la propia realizadora, presente en el Festival y a cuya rueda de prensa de esta mañana, posterior a la proyección, acudió también Sevilla Cinéfila.

Estamos ante una cinta muy interesante en su fondo y forma. En su peculiar acercamiento a  un relato hosco, díficil y, bajo su pátina naturalista y vivaz, profundamente triste y desesperanzado. Su autora la califica como una historia de amor entre dos seres marginales y atípicos, cuyos principios morales no coinciden con los de la mayoría, porque sus vidas no han sido amables, sino todo lo contrario…

Una película política, que retrata el abismo entre las clases. Una película inserta en una sociedad, la suiza, rica y privilegiada que no da alternativas a la situación sin salida de ese niño, ni a la de su hermana. Una película poblada de adultos que se aprovechan de las reventas del chico, cómplices también de sus delitos, que se permiten echarle , reprimirle o sermonearle, pero nunca ayudarle. Una película en la que también está presente lo que no se muestra. El pasado de una joven, lo que explica cómo pudo llegar a esa situación. Una película con un final tan abierto como incierto, como el futuro de sus personajes. Una película dura, compleja, valiente y sensible, que merece ser vista.

SEFF, IX edición. Sección Oficial. ‘Eat, sleep, die’: Supervivencias

La realizadora sueca Gabriela Pichler se hizo con el Premio del Público de la Semana de la Crítica de Venecia con esta su ópera prima. Una película que habla, a través de la historia de una vitalista y enérgica chica, trabajadora en una fábrica de empaquetado de verduras, sobre la crisis que golpea también a países considerados ejemplares en sus servicios públicos y prestaciones sociales. Como Suecia, en este caso.

Así, cuando en la fábrica en la que trabaja el personaje central se plantean despidos, ella será una de las afectadas pese a ser una trabajadora muy rápida y eficiente. Pero su religión musulmana, aunque no la vive de manera ortodoxa, pone al descubierto también la profunda xenofobia que se esconde tras estas fachadas democráticas ‘impecables’.

Xenofobia que también afecta a la población extranjera, pues el padre de la protagonista, descrito como un hombre encantador, se encara con un negro, que ha estado a punto de atropellar accidentalmente a su hija, insultándole como extranjero. Por lo demás, la relación paterno-filial es descrita con mucha ternura y  ausente de tópicos y roles tradicionales. El progenitor,, en este caso y por su lesión de espalda, hace el trabajo doméstico, mientras la joven trabaja y no hay más que afecto y solidaridad entre ellos.

Pichler señala asímismo las contradicciones de un sistema que despide sin oposición, o casi, sindical y con un respaldo psicológico de los servicios sociales de cara a mejorar la autoestima de l@s parad@s… No deja de ser irónico tal cuidado con el futuro incierto y desdichado que les espera. Como dice una de las afectadas de la fábrica, frase que da título al filme:» Comer, dormir, morir…¿a eso se reduce la vida?»

Por lo demás, esta amargura y desesperanza subyace bajo un tono vitalista y enérgico al que todo el reparto contribuye poderosamente. Las relaciones familiares, amistosas,  interpersonales y laborales están muy bien tratadas y la protagonista no es, en absoluto, ni física, ni a nivel de personalidad una joven al uso. En resumen, una película estimable.