El caso Sloane: Lobby versus lobby

¿Qué ocurre cuando una brillante y despiadada ejecutiva llamada Elizabeth Sloane – inteligente, insomne, adicta al trabajo y a los psicoestimulantes, sin vida propia, ambiciosa y nacida para ganar – de un poderoso lobby contrario a la regulación de las armas, que trata de evitar que salga adelante una ley que pretende controlar y restringir su uso, es paradójicamente tentada por el jefe de otra corporación, supuestamente más ética y  modesta, con el objetivo opuesto, y acepta el reto con todas las consecuencias?

¿Qué sucede cuando se desata una guerra sin cuartel entre unos cerebros privilegiados, con equipos no menos eficientes, y sin escrúpulos, en una carrera contra reloj buscando apoyos entre senadores, receptivos a ser presionados, para conseguir sus fines?  ¿Qué pasa cuando dichos fines y juego sucio justifican TODOS los medios, hasta cruzar los límites legales y arriesgar vidas? ¿Qué, cuando todo parece perdido, estando ante una Comisión de investigación acogiéndote a la Segunda Enmienda para no declarar y entonces…?

John Madden – británico de la cosecha del 49, con obras tan comerciales y discutibles en su haber como ‘Shakespeare in love’ o los exóticos Hoteles Marigold, por poner solo dos ejemplos – lo narra en esta producción estadounidense de 132 minutos de metraje, con guión de Jonathan Perera, una excelente fotografía de Sebastian Blenkov y una sólida partitura de Max Richter.

Y lo hace de forma tan incisiva como eficaz. Afilando su artillería crítica directa e impíamente. Describiendo los hechos en dos tiempos, con una atractiva combinación de drama, thriller político y película de juicios. Supliendo, con una acción trepidante y estimulantes diálogos, la densidad de los complejos entresijos y las turbias relaciones entre corporaciones y empleados gubernamentales para sacar adelante, o no, determinadas disposiciones.

Cínica, lúcida e inteligente, dentro de una factura y unos códigos comerciales, apenas hace concesiones al sentimentalismo, dado que en el feroz microcosmos que describe las emociones no son parte del juego. Pero construye un retrato de mujer que, pese a su fachada y comportamientos amorales, sí revela, pese a sí misma, sus vulnerabilidades, empatía y conciencia. Hasta la misma conclusión. Por cierto, no se pierdan los títulos de crédito finales.

Todo ello, evita convertirla en un personaje de una sola pieza. Lo que, en gran parte, es debido a una magnética, carismática y excelsa Jessica Chastain. Ella está dotada de una luz propia deslumbrante. Pero hay que reseñar el acierto de un reparto sólido y de talento en el que destacamos las composiciones de Mark Strong, Sam Waterston, Alison Pill, John Lithgow o Gugu Mbatha-Raw.

Con sus peros y sus trampas, que l@s tiene, es evidente que hay que verla.

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