La guionista y realizadora barcelonesa Belén Funes, cosecha del 84, ha declarado en sendas entrevistas, que deberían ser leídas – a Beatriz Martínez en El Periódico y a Begoña Piña en Público – a propósito de este su notable debut en el cine, verdades como puños de las que extractamos algunas: «Estamos viviendo en una emergencia política y social» «Donde la política no ha llegado, llegamos los ciudadanos, donde el Estado no te ayuda, te ayudan tus vecinos» «Que la gente que atraviesa dificultades no por eso tiene menos dignidad, que esta historia tiene un componente político y moral…».
También se nos cuenta en ellas que ‘La hija de un ladrón’ nació de la ampliación de su cortometraje ‘Sara a la fuga’ (2015), Biznaga de Plata en su especialidad en el Festival de Málaga, aunque no sea una secuela; que los orígenes de su personaje tienen mucho que ver con los suyos propios, aunque no sea estrictamente autobiográfica; que se documentó para hacerla en casos reales de niñ@s que enviaban a casas de acogida porque sus progenitores estaban en la cárcel: que el sonotone de la protagonista está basado en una de ellas. Que quiso ambientarla en la Barcelona más marginal, que no le interesa a casi nadie. Que sus influencias cinematográficas son Ken Loach, Andrea Arnold o los hermanos Dardenne…
Todo ello lo muestra en esta película de 102 minutos de metraje, cuyo guión escribe junto a Marçal Cebrián, con una fotografía solvente y austera de Neus Ollé y una puesta en escena sobria y casi minimalista, que sigue muy de cerca a esa Sara no tan de ficción que interpreta con excelencia una Greta Fernández Concha de Plata a la Mejor Actriz en San Sebastián y también nominada por este trabajo en los Premios Feroz. Una Greta Fernández firme candidata a los Goya y a quien todos los reconocimientos le son debidos. Y que está acompañada por un reparto sólido y entregado, en el que sobresalen su padre, en la ficción y en la realidad, Eduard Fernández y la revelación del niño Tomás Martín, que interpreta al hermano.
Todo ello lo muestra en este drama tan íntimo y personal, como comprometido social y políticamente, en el que sigue a una joven de 22 años – madre soltera con un hijo, y huérfana a todos los efectos – que vive en un piso de acogida e intenta desesperadamente sobrevivir con dignidad, ser considerada una persona normal y tener con ella, cuidándole, a su hermano pequeño que también está tutelado por las mismas razones. La reaparición en sus vidas de su padre, tras salir de la cárcel y al que pretende arrebatar la custodia del niño, convulsionará aún más su precario equilibrio emocional.
Todo ello lo muestra revelando a una chica tan frágil como dura, tan autoexigente en pos de un trabajo que le permita seguir adelante como desesperadamente necesitada de un afecto que nunca tuvo y que, por tanto, tampoco sabe dar. Es arisca y, aunque cuida de su bebé, ayudada por una red de apoyo de mujeres vecinas y amigas, apenas si le demuestra afecto… Cosa que sí hace, a su particular manera, con ese hermano tan singular y discapacitado y con el padre de su hijo, un joven noble y afectivo con ambos, que no desea continuar la relación con ella.
Todo ello lo muestra, en su mirada de mujer sobre otra, sin subrayados innecesarios, sin anestesia ni paños calientes. Tal cual. Con una fuerza, con una intensidad, con una verdad, con una emoción no manipuladora como las que desprenden cada fotograma. Con total conciencia de esa clase obrera abocada a la miseria y pretendiendo una normalidad imposible, víctima de tantos daños colaterales, a la que nuestro cine apenas se digna representar. Y ese final tan desgarrador…
Estamos ante la ópera prima del año. Ni se les ocurra perdérsela.
Post Scriptum:
Dos nominaciones a los Goya, a la Mejor Dirección Novel y a la Actriz, más que merecidas y que se quedan cortas. Es una de las elegidas para debatir en la próxima sesión de nuestra tertulia de cine Luis Casal Pereyra del miércoles, 8 de enero de 2020, a las 19.30, en Casa del Libro Viapol. VÉANLA CUANTO ANTES.