Cuando las tinieblas acechan a una mente antaño preclara. Cuando los espejismos distorsionan las experiencias. Cuando la conciencia se funde en negro. Cuando los delirios se convierten en certezas. Cuando pasado y presente se yuxtaponen. Cuando los fantasmas son más tangibles que las personas. Cuando la confusión es un estado permanente. Cuando se rechaza cualquier mano tendida. Cuando la desmemoria es una seña de identidad. Cuando la realidad propia no coincide con la ajena. Cuando las percepciones son engañosas. Cuando el desmoronamiento no se admite.
Cuando se borran las caras y los nombres. Cuando se reclama la autonomía al borde del abismo. Cuando las presencias pueblan los días y las noches. Cuando el sueño de la sinrazón produce monstruos. Cuando los recuerdos no son tales. Cuando las alucinaciones son vívidas. Cuando una hija debe optar entre su padre y su vida. Cuando un progenitor intolerante exige incondicionalidad.
Cuando el orgullo se impone a lo evidente. Cuando la devastación mental se antepone a todo lo demás. Cuando ya no eres tú, sino la locura. Cuando los espacios habitacionales se distorsionan como espectros. Cuando un octogenario soberbio debe asumir sus limitaciones. Cuando una mujer decide que su existencia y sus afectos valen tanto o más que su devota entrega a quien la rechaza y rechaza cualquier ayuda.
Cuando l@s espectadores-as nos vemos inmersos en esa espiral inquietante, perversa y confusa entre la fantasía de la demencia senil y versiones que se reiteran en lugares similares o diferentes, con los mismos o distintos personajes, que juegan a ser ellos mismos u otros. Cuando nos sentimos tan perdid@s y desolad@s como el protagonista y no sabemos cómo interpretar las imágenes o a qué carta quedarnos. Cuando ocurre todo esto, junto a una conclusión que te hace recomponer casi todas las piezas pero que sigue siendo insidiosamente abierta, es que hemos visto ‘El padre’.
Coproducción entre Reino Unido y Francia, fechada el año pasado, de 97 minutos de metraje. Filmada, con elegancia y potencia, por el escritor y cineasta francés Florian Zeller – cosecha del 79, de quien es su ópera prima adaptando su propia obra teatral, ya que tiene un largo recorrido como dramaturgo, con 12 piezas en su haber, interpretadas por l@s más prestigios@s actores y actrices de su país y del mundo. Esta que nos ocupa, concretamente, se representó en el Romea de Barcelona, dirigida por José Carlos Plaza, con Héctor Alterio al frente. Eso, además de sus novelas – quien también escribe el guion junto a Christopher Hampton.
La fotografía muy bien Ben Smithard. Y en su reparto destacamos a un imponente y magnífico Anthony Hopkins, carne de Oscar, y a las no menos excelentes Olivias, Colman, ella sobre todo, y Williams. Premio del Público en San Sebastián y con numerosas nominaciones de asociaciones de críticos que le auguran una carrera hacia la alfombra roja más famosa del mundo. Fuentes: Wikipedia y FilmAffinity.
Déjense sacudir e incomodar por ella y véanla.