Archivo diario: enero 16, 2021

Estado de Alarma en serie(s). Episodio 31,’Los Bridgerton’. Temporada 1: Placeres casi culpables

Se ha escrito sobre ella, extractos de brillantes titulares recogidos en FilmAffinity – como Vulture, Decider, Times, Variety, Entertaintment Weekly o The Hollywood Reporter – o en otras páginas y medios como AD, BULEVAR SUR, de ABCSevilla, Fuera de Series, HobbyConsolas, Espinof, The Objective, Vanity y El Confidencial, entre otros, de críticas de gente solvente y cualificada a las que merece la pena leer en estas páginas…

… Se ha escrito sobre ella que es una mezcla de Downton Abbey, Gossip Girl o Jane Austen. Se ha escrito sobre ella que es un magnífico salseo decimonónico y un culebrón de primera clase. Se ha escrito sobre ella que es un placer culpable. Que tiene una narradora, una cronista de sociedad, sutil, inteligente y notable, la enigmática Lady Whistledown, cuya sorprendente identidad se revelará en esta temporada.

Se ha dejado constancia de la calidad y la osadía de su adaptación muy libre de la saga literaria, compuesta por ocho tomos dedicados a cada un@ de l@s herman@s Bridgerton, de Julia Quinn, neoyorquina de la cosecha del 70, reina y señora de la novela histórico-romántica considerada digna. Se ha hecho constar que su plasmación audiovisual se debe a la productora, guionista y cineasta afroamericana Shonda Rhimes, de la misma cosecha – Anatomía de Grey, Scandal, Cómo defender a un asesino… – quien dejó ABC, luego Disney, para debutar en Netflix con esta serie. Y que Rhimes, una mujer de éxito en una industria predominantemente blanca y masculina, le ha impreso sus señas de identidad raciales y feministas inclusivas.

Que, por ello, abundan los personajes de color en ellas, también los más relevantes, cosa que no ocurría en el periodo de la Regencia en el que se ambienta. Incluso el de la monarca, a la que se atribuían, pese a su físico tan anglosajón, ascendientes africanos. Lo que constituye, a juicio de la propia autora que nunca los, ni la, incluyó, una estimulante sorpresa.

Se ha escrito sobre ella que combina sabiamente los imperativos del siglo con problemáticas y pulsiones contemporáneas. Se ha documentado su lujosa puesta en escena y sus grandiosas localizaciones en imponentes mansiones londinenses o de la simpar campiña inglesa. Se han analizado su calidad y su innegable tirón para una audiencia muy amplia y heterogénea.

Habiendo registrado y suscrito todo ello, escribir que a quien esto firma le ha parecido elegante, sofisticada, seductora, vibrante y absorbente. Un entretenimiento superior, un placer casi culpable, que no ofende la inteligencia y cuyos anacronismos y osadías estilísticas y visuales están habitados por el encanto. Que, sin ser feminista, sí tiene la honestidad de dejar constancia de la situación de las mujeres aristócratas abocadas a las humillaciones de ser carne de mercado matrimonial, temporada tras temporada en bailes y reuniones, so pena de exclusión social.

Que presenta algunas que, por físico o inquietudes intelectuales, no se resignan a ese destino. Que también describe a las condenadas por su moral o profesión, como una cantante de ópera… o los salones exclusivos de las damas. Que hace compatibles las convenciones de la época con un erotismo de alto voltaje. Que el mando en plaza familiar siempre correspondía, según los parámetros patriarcales, a los varones y, de entre ellos, al primogénito. Que … todo lo demás ya lo irán averiguando cuando la vean en la plataforma citada, Netflix.

Producción estadounidense, fechada en 2020, compuesta por ocho capítulos de una hora de metraje. Escrita y dirigida, junto a cuatro hombres y cuatro mujeres, por su co-creador Chris Van Dusen. Fotografiada con excelencia por Jeff Jur y Philipp Blaubach y con una estimulante banda sonora firmada por Kris Bowers. De su reparto coral en estado de gracia destacar a Phoebe Dynevor y a Regé-Jean Page.

Yo, que ustedes, no me la perdería. Disfrútenla sin culpas.