‘El buen patrón’: Trucar la balanza

Quien esto firma escribió en estas mismas páginas el 30 de agosto de 2015 a propósito de la crítica de ‘Un día perfecto’ estas consideraciones, que sigue manteniendo: «El madrileño Fernando León de Aranoa, pese a sus cualidades como guionista y realizador, no se ha distinguido nunca por la complejidad de sus personajes femeninos. Ahí están para demostrarlo las celebradas ‘Barrio’ o ‘Los lunes al sol’ donde las mujeres eran bien objetos de deseo de los varones protagonistas, de edades diversas, o bien sus compañeras. Pero nunca en igualdad, sino en referencia a sus vínculos con ellos. Por no hablar de ‘Princesas’ donde la prostitución era vista desde un prisma muy discutible por decirlo suavemente…»

Esta su última propuesta no es, ni mucho menos, la excepción. De hecho, para esta firmante es precisamente el punto débil de una película espléndida y redonda por tantos conceptos en los que se entrará más tarde. Como en las citadas, aquí las mujeres no existen por sí mísmas, sino en función de los hombres. Ni siquiera una de ellas, lúcida, insobornable y combativa a efectos laborales, se salva del cliché pues bascula entre la separación, con el acoso de un marido detestable que al final es visto casi como una víctima, y el nuevo amante. Para no mencionar a la esposa del protagonista, plana y lineal, y a la joven becaria, ninfa pretendidamente perversa pero, a la postre, seducida y abandonada, por quien podía ser su padre, de quien se toma la revancha por una vía «indirecta» y obtiene el recambio sexual. No pueden ser profesionales o empleadas a parte entera, sino mujeres o amantes de… Lastimoso.

Se ha titulado la crítica trucar la balanza porque esa es la frase, casi el lema, que el padre del personaje central – un inmenso, eminente, Javier Bardem, a quien todos los reconocimientos le son debidos y que no va a parar de recoger premios por esta composición – le comenta a su hijo. Algo parecido a que a veces es necesario trucar la balanza para recuperar el orden y el equilibrio de las cosas. Y a fe que este jefe de una empresa fabricante de estos instrumentos para uso industrial – que está a punto de recibir a una comisión que decidirá el premio a la excelencia, tan ansiado por él, mientras la situación laboral por mor de sus decisiones se va enrareciendo progresivamente… -asume que trucar la balanza es su modus operandi.

Trucar la balanza lo entiende este «buen patrón» – quien, a modo de Padrino de todo a cien, demagogo, populista, chantajista, autoritario y paternalista hasta la naúsea – despidiendo a quien considera que no hace falta, aunque la víctima se haya dejado la piel por la empresa y no esté dispuesto a dejarse vencer. Hasta llegar hacer una acampada frente a la sede con pancartas y megáfono, dispuesto a todo porque no tiene nada que perder salvo su dignidad claudicando a un soborno, lo que no hace y el precio a pagar será…

Trucar la balanza lo entiende este «buen patrón» como entrometerse en la vida privada de sus emplead@s aparentando afecto, comprensión y empatía cuando su único objetivo es que sirvan a sus objetivoss. Trucar la balanza lo entiende este «buen patrón» como, porque cree que lo vale y usa y abusa de su autoridad sin asperezas, sino indirectamente, seducir a la becaria ya citada para luego dejarla tirada, aunque de este envite, menos mal, no salga victorioso.

Trucar la balanza lo entiende este «buen patrón» como que el fin justifica todos los medios, TODOS, sin importarle las consecuencias, terribles consecuencias, en las vidas ajenas. Trucar la balanza lo entiende este «buen patrón» como exigir la máxima comprensión de l@s otr@s frente a la mínima que él les concede. Trucar la balanza lo entiende este «buen patrón» como la mala fe de hacer daño haciendo creer que es por el bien individual y colectivo. Trucar la balanza lo entiende este «buen patron» como socializar las pérdidas y privatizar sus ganancias. Trucar la balanza…

Un retrato demoledor, un poderoso retrato en negro, en clave de drama y comedia, de un tipo de «buen patrón» como hay tantos, a pequeña y a gran escala. De un empresario de provincias con ínfulas y mucho peligro. Un retrato de una empresa dirigida con mano de hierro, en guante de pretendida seda, presuntamente familiar cuando conviene y feroz, sin parar en límites, contra quien se interpone en el camino de premios, influencias y dividendos.

Producción española fechada en 2021, de 120 minutos de metraje. Su espléndido guion – salvo en lo que a los personajes femeninos, como ya se comentó al principio, se refiere – se debe también a su realizador Fernando León de Aranoa. Su impecable fotografía la firma Pau Esteve Birba y su no menos solvente banda sonora, Zeltia Montes. En cuanto a su modélico reparto, ya se ha hablado de la inconmensurable composición de Javier Bardem y hay que destacar también al excelente intérprete andaluz Manolo Solo, así como a Sonia Almarcha o Almudena Amor. Optará, porque así lo decidió la Academia del Cine Español, al Oscar a la Mejor Película Internacional y seguramente a muchos e importantes Premios Goya.

Es una de las elegidas para debatir en la próxima sesión de nuestra tertulia de cine Luis Casal Pereyra del miércoles, 3 de noviembre, a las 20 horas, excepcionalmente debido a un compromiso anterior de la librería, en Casa del Libro Viapol.

No se la pierdan.

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