Archivo diario: febrero 20, 2023

‘Ellas hablan’: Hijas de un Dios patriarcal

Antecedentes:

A propósito de los hechos reales que se ficcionan en esta película – basada en el libro homónimo, que esta firmante no ha leído, de la actriz y escritora canadiense Miriam Toews, de ascendencia menonita, que asi se denomina a una rama, o secta, de la religión protestante que preconiza una interpretación de la Biblia que se traduce en una vida simple y muy apegada a la tierra, pudiendo ser más cerradas sus comunidades o más aperturistas – una nota de la obra citada los documenta con estas palabras:

«Entre 2005 y 2009, en una remota colonia menonita de Bolivia… muchas mujeres y niñas se levantaban por la mañana doloridas, con sensación de modorra, amoratadas y sangrando, como consecuencia de haber sido agredidas por la noche. Estas agresiones fueron atribuídas a fantasmas y a demonios… a que Dios o Satán las estaban castigando por sus pecados e incluso fueron acusadas de mentir para encubrir adulterios o llamar la atención. Con el tiempo se descubrió que ocho hombres habían administrado anestésicos para animales a sus víctimas, 150 de todas las edades, niñas incluídas, para dejarlas inconscientes y así poder violarlas»

Sinopsis y enfoque narrativo:

‘Ellas hablan’ imagina a ocho de estas mujeres, de dos clanes diferentes, celebrando dos asambleas clandestinas en el granero, para decidir qué hacer tras ser víctimas de estas feroces violencias y antes de que sus verdugos, tíos, hermanos, sobrinos…, que han sido detenidos, vuelvan a casa en libertad bajo fianza. Ellas toman la palabra para decidir qué hacer si perdonar, si olvidar, si vengarse o si marcharse.

Toman la palabra contrastando sus opiniones, revelando sus temores, sus dependencias, sus miedos y también sus culpas. Indignadas, rabiosas, llenas de humor, brutalmente maltratada una de ellas y sus niñ@s, pero, pese a todo, compasivas. Toman la palabra intentando conciliar sus deseos de justicia con los del perdón y, sobre todo, con los de preservar la fe en un Dios, el de su comunidad cerrada y ferozmente misógina, patriarcal.

Toman la palabra para proteger a sus hijas tan pequeñas de nuevos ataques, para preservar a la hija que aún no ha nacido – fruto de la agresión e hilo conductor del relato y su voz en off y, pese a ello, muy querida – de un ambiente tan dañino y peligroso. Toman la palabra incluso sabiendo las ancianas que no tendrán futuro, ni siquiera si y cuando se marchen.

Toman la palabra para tener el valor, del que hacen gala, de desarraigarse de su único hogar y – analfabetas e ignorantes del mundo como se las ha condenado a ser, pero inteligentes y lúcidas – emprender un camino de no retorno sin mirar atrás. Toman la palabra para decidir si, en caso de irse, llevarán a sus hijos varones consigo, puesto que algunos ya están infectados por la violencia de sus pares adultos.

Toman la palabra, con un varón aliado y enamorado de una de ellas, documentando a modo de actas estas reuniones. Un varón aliado, profesor, que las apoya incondicionalmente, que las enseña a orientarse y que inculcaré en la educación de los niños los valores de respeto a sus compañeras.

Toman la palabra mientras vemos imágenes de la vida en la comunidad y de los distintos destinos y modos de vida reservados a hombres y mujeres, a los niños y las niñas, a los adolescentes de uno y de otro sexo. Toman la palabra…

La actriz, guionista, cantante y realizadora canadiense Sarah Polley – cosecha del 79, a la que recordamos como protagonista de las películas de Isabel Coixet ‘Mi vida sin mí’ (2003) y ‘La vida secreta de las palabras’ (2005) y que tiene, incluyendo a este que nos ocupa, cuatro largometrajes en su haber tan estimables como ‘Lejos de ella’ (2006) o el documental ‘Stories we tell’ (2012) – responsable también de la escritura, junto a la autora del libro citada, tiene una mirada compasiva, solidaria, lúcida, compleja y llena de amor y humor sobre esta historia y sus protagonistas.

Una mirada profundamente feminista que, sin embargo, no hace sangre, ni subraya apenas el horror sufrido por ellas. Como en el libro que adapta, apenas si entrevemos los hechos terribles. Apenas si nos son mostrados fogonazos.

Porque lo que importa aquí son las voces de las que nunca las han tenido. Porque lo que importa aquí es lo que ellas hablan y lo que tales debates y discusiones, también cánticos religiosos, muestran sobre sus vidas, interrelaciones y personalidades algunas muy dispares, incluso antagónicas, pero siempre empáticas.

Así que nos hace verlas, oirlas, sentirlas, coincidir o discrepar con sus reacciones y puntos de vista, en una puesta en escena, dentro de la que se intercalan algunos flashbacks, sobria, contenida, serena, contemplativa y casi en tiempo real. Mirada que se transforma, cuando la decisión esta tomada, en un vibrante, desasosegante, hermoso y emotivo tramo final.

Producción estadounidense, fechada en 2022, de 104 minutos de metraje. La fotografía con excelencia Luc Montpellier y su extraordinaria banda sonora se debe al maestro Hildur Guonadottir. La interpretan con talento y entrega, un magnífico reparto coral, Rooney Mara, Claire Foy, Judith Ivey, Sheila McCarthy o Ben Whishaw. Frances McDormand, una de las productoras, aparece en un papel episódico.

La preceden incontables reconocimientos, todos le son debidos, y dos candidaturas a los Oscar: Mejor Película y Mejor Guion Adaptado.

Escrito queda. No deberían perdérsela.