Hemos de felicitarnos porque el verano, aparte de humo cinematográfico, nos depare el estreno de películas de otras cinematografías que habitualmente no suelen tener cabida en nuestras pantallas. Como la noruega, en el caso que nos ocupa. Dirigida por Morten Tyldun, coproducida con Alemania, con un guión de Ulf Ryberg y Lars Gudmestad, basado en el best seller de Jo Nesbo y cien minutos de metraje.
Se trata de un thriller que sigue a un hombre, Roger Brown, un ejecutivo cazatalentos de éxito, cuya vida dorada – una extraordinaria reputación laboral, una casa maravillosa, lujos a su alcance, una mujer espectacular que dirige una galería de arte…- tiene un contrapunto sombrío. Sus cuentas están en bancarrota y sólo puede permitirse mantener tal estatus incurriendo en la ilegalidad. Cuando su esposa, involuntaria y casualmente, le pone en contacto con el cebo perfecto, su entera existencia se convertirá en una pesadilla. Sigue leyendo →
Esta coproducción franco-canadiense, fechada en 2011, dirigida por Jean-Marc Vallée – quien sedujo a la crítica internacional con su multipremiado filme C.R.A.Z.Y. – es un ejemplo de las peculiares ofertas que, como excepción, nos trae la desesperante y previsible cartelera veraniega. Como ‘Silencio de hielo’, glosada hace muy poco en el blog.
Se trata de cintas atípicas, que suelen llegar con cierto retraso, con vocación de estilo y minoritarias, proyectadas en vos, fuera de los circuitos amodorrados y aburridos en los que imperan, en general, las convenciones comercial y narrativa más recalcitrantes. Sigue leyendo →
Un ocho de julio de 1986. Un tórrido verano, en una pequeña población alemana. Dos hombres circulan en un vehículo rojo, por una carretera comarcal. Una niña de once años pasa en bicicleta. El coche se detiene… Un espesura de trigo dorado los rodea. Un cuerpo inerte en un lago. Un caso no resuelto.
La misma fecha, veintitrés años más tarde. Idénticos lugar y paisaje. Otra chica. Otra bicicleta. Otro coche. Un hombre solo, esta vez. Otra desaparición. Un rastreo. Un policía jubilado, al que persigue la impotencia. Una mujer fuerte y sólida, que mantiene vivos los recuerdos. Un inspector recién viudo, presa de un crispado duelo. Una policía embarazada, que le comprende y le apoya. Unos compañeros que empatizan. Un jefe rígido e intolerante. Una investigación en punto muerto.
Un arquitecto con mucho que ocultar. Un padre de familia, con un pasado oscuro. Un profesional fuera de sospecha. Un ciudadano que cuida y que destruye. Un terrible mensaje, que llega a su destino. Unas atracciones mórbidas y peligrosas. Unas pulsiones prohibidas, en común. Unos videos que encierran claves. Otra niña, otro caso. Una comunidad en alerta. Un culpable al que hay que detener. Unos agentes del orden bajo presión. Unos sentimientos en carne viva.
Unos seres presas del tormento. Una incandescencia que sube con la temperatura. Un climax difícilmente soportable. Un desquiciamiento generalizado. Una sensatez, que se conjuga en femenino. Un thriller de alto voltaje emocional. Una banda sonora, que subraya el caos. Unos personajes bien dibujados.
Una puesta en escena atípica y enfática. Una grandilocuencia, aliada al exceso. Una ópera prima, de Baran Bo Odar, arriesgada e intensa. Un paisaje de luz, que revela lo oscuro. Un verano de muerte, rodeado de vida. Un final inquietante. Una dura mirada al abismo de lo llamado humano. Una película que, con todos sus defectos y carencias, o precisamente por ell@s, merece ser vista.
Corre el año 2089 y una joven pareja de arqueológos descubre emocionada que en cuevas situadas en diversos, y alejados entre sí, lugares del planeta Tierra se repiten pictogramas dibujados miles de años atrás, que parecen sugerir a los creadores de la especie humana, remitir al propio origen de la vida. Cuatro años después, se embarcan en una expedición – patrocinada por un millonario mecenas, ya difunto- en la que irán en busca de tales seres. Pero lo que encontrarán,no será nada de lo previsto.
Diecisiete son los tripulantes de la nave. Tod@scientífic@s, a excepción del piloto y un androide, estupendo Michael Fassbender, culto y refinado, rendido admirador de ‘Lawrence de Arabia’ y de su personaje central, bajo los rasgos de Peter O´Toole. Sus personalidades son dispares, pero salvo la representante del filántropo y directora de la expedición – una rigurosa, fría y excesivamente encorsetada, Charlize Theron – todos sienten intensamente la pulsión de descubrir el misterio. Y no les importa arriesgar sus vidas para conseguirlo.
El septuagenario Ridley Scott no retomaba el género de la ciencia ficción desde hacía 30 años, los mismos transcurridos desde ‘Blade Runner’. Y lo hace con esta ‘Prometheus’, que pretende ser una precuela de ‘Alien’ y que no acaba de encontrar sus señas de identidad entre la acción, el terror y el fantástico futurista. Ello pese a dos guionistas solventes como Jon Spaiths y Damon Lindelof, uno de los cocreadores de la celebérrima serie ‘Perdidos’. Aún con eso y pese a contar, como es habitual en este tipo de superproducciones, con un equipo técnico-artístico apabullante, en el que no se han escatimado medios, la cinta no acaba de funcionar.
Y no lo hace porque desaprovecha los elementos que la conforman. Porque se pierde y se dispersa con una pretensión de transcendencia pseudoespiritual, de moralina religiosa de corto alcance, que empobrece su discurso y su mensaje. Porque carece de pasión y de aliento. Porque raras veces sabe crear un clima y una atmósfera. Porque, a pesar de estar dotada de un diseño artístico y unos impactantes efectos especiales , no les aporta esa grandiosidad que traspasa la pantalla. Porque no sabe insuflar vida a los personajes secundarios – ni siquiera a los principales, excepción hecha del citado Fassbender y de Noomi Rapace que defiende el suyo con la fuerza que la caracteriza – que no están bien dibujados, ni a sus interrelaciones. Porque su pretendido misterio se nos queda corto. Porque esperábamos una gran película y ha resultado ser otra odisea del espacio…
Han pasado algunos años desde que Bruce Wayne se retirara de la vida activa como salvador oficial de Gotham City, en su alter ego de Batman. Considerado culpable del asesinato del héroe nacional y, en realidad, caballero más que oscuro, Harvey Dent, y gravemente afectado por secuelas físicas derivadas de su feroz pelea a muerte con el Joker, nuestro protagonista vegeta, aislado y deprimido, sin que los esfuerzos de su fiel mayordomo por devolverle su ánimo perdido, se revelen útiles. Pero la irrupción de un nuevo y poderoso villano aliado a las más crueles fuerzas del mal y un acariciado y secreto proyecto para el que cuenta con una atractiva socia, lograrán sacarle de su letargo…
Christopher Nolan imprime a este, aquí esbozado muy esquemáticamente, material narrativo – del que ha sido también, como en las dos anteriores de la trilogía, responsable junto a su hermano Jonathan- toda su potente artillería visual. Todo su impactante manejo de la cámara. Toda su capacidad de seducción. Todo el lirismo y la oscuridad que la historia requerían. Toda la carga crítica subyacente en la mitología del héroe. Toda su clarividencia de adelantado a su tiempo, sin dejar de ser tan intrínsecamente contemporáneo. Toda su melancolía en la visión de una urbe tan devota como ingrata. Toda su empatía con los malvados, que se revuelven contra su estigma de parias. Toda su capacidad de sorprendernos y burlarnos. Toda su impecable construcción de personajes, a l@s que dota de una conmovedora intensidad. Toda la suntuosidad y la fuerza de una admirable puesta en escena, con la complicidad de un equipo técnico- artístico superlativo.
Así, en los departamentos de arte, de diseño de producción, de casting, de efectos especiales, musical, vestuario, maquillaje… en los que destacaremos la partitura de Hans Zimmer. La fotografía de Wally Pfister. El montaje de Lee Smith. Y del reparto… Christian Bale dota a Wayne-Batman de un estilo tan elegante como romántico. Gary Oldman, irreprochable. Liam Neeson, una presencia tan sólida. Tom Hardy, un maligno tenebroso y fiel. Morgan Freeman, el empaque hecho actor. Marion Cotillard, sensual y huidiza. Anne Hathaway, la gran sorpresa, una estupenda Cat Woman. Y… tant@s más pero, sobre tod@s, el grandísimo, emotivo, genial, Michael Caine. Mucho talento conjurado en unos absorbentes 165 minutos de gran cine comercial, de una historia que pudo ser banal y resultó más grande que la vida…