Archivo mensual: noviembre 2012

SEFF, IX edición. Sección Oficial. ‘Eat, sleep, die’: Supervivencias

La realizadora sueca Gabriela Pichler se hizo con el Premio del Público de la Semana de la Crítica de Venecia con esta su ópera prima. Una película que habla, a través de la historia de una vitalista y enérgica chica, trabajadora en una fábrica de empaquetado de verduras, sobre la crisis que golpea también a países considerados ejemplares en sus servicios públicos y prestaciones sociales. Como Suecia, en este caso.

Así, cuando en la fábrica en la que trabaja el personaje central se plantean despidos, ella será una de las afectadas pese a ser una trabajadora muy rápida y eficiente. Pero su religión musulmana, aunque no la vive de manera ortodoxa, pone al descubierto también la profunda xenofobia que se esconde tras estas fachadas democráticas ‘impecables’.

Xenofobia que también afecta a la población extranjera, pues el padre de la protagonista, descrito como un hombre encantador, se encara con un negro, que ha estado a punto de atropellar accidentalmente a su hija, insultándole como extranjero. Por lo demás, la relación paterno-filial es descrita con mucha ternura y  ausente de tópicos y roles tradicionales. El progenitor,, en este caso y por su lesión de espalda, hace el trabajo doméstico, mientras la joven trabaja y no hay más que afecto y solidaridad entre ellos.

Pichler señala asímismo las contradicciones de un sistema que despide sin oposición, o casi, sindical y con un respaldo psicológico de los servicios sociales de cara a mejorar la autoestima de l@s parad@s… No deja de ser irónico tal cuidado con el futuro incierto y desdichado que les espera. Como dice una de las afectadas de la fábrica, frase que da título al filme:» Comer, dormir, morir…¿a eso se reduce la vida?»

Por lo demás, esta amargura y desesperanza subyace bajo un tono vitalista y enérgico al que todo el reparto contribuye poderosamente. Las relaciones familiares, amistosas,  interpersonales y laborales están muy bien tratadas y la protagonista no es, en absoluto, ni física, ni a nivel de personalidad una joven al uso. En resumen, una película estimable.

SEFF, IX edición. Sección Oficial.’The hunt’: Insidias

A quien esto firma, le gusta el Movimiento Dogma, con todas sus carencias y excesos. A quien esto firma, le gustan sus argumentos más grandes que la vida y la poderosa intensidad de sus personajes e historias. A quien esto firma, le gustan los dramas nórdicos. A quien esto firma, le gustó mucho ‘Celebración’, de su director y guionista, el realizador danés Thomas Vinterberg. La abajo firmante, pues, tenía muchas expectativas puestas en ‘The hunt’ y pensaba que iba a ser uno de los grandes títulos de esta Sección Oficial…

Y por ello, la decepción ha sido tanto mayor. Porque esta historia de profesor cariñoso, ejemplar y adorado por sus pequeñ@s alumn@s, integrado en una pequeña y cerrada comunidad, con una ex con la que tiene constantes desencuentros, sobre todo por las visitas de su hijo, que comienza una nueva y prometedora relación y que es falsamente acusado de abusos sexuales a una niña… Esta historia del falso culpable, del inocente víctima de una jauría humana, que se ha tratado, con variantes, mucho en el cine, merecía otro enfoque más adulto, complejo e inteligente.

En cambio, para quien esto suscribe, esta versión del tema es esquemática, tramposa, tendenciosa, misógina y tan insidiosa como las falsas acusaciones de pederastia que sufre el protagonista. Con un guión plagado de agujeros por donde la lógica más elemental se resiente. Con unas líneas argumentales paralelas esbozadas y no resueltas. Con un canto a los peores rituales iniciáticos de la masculinidad más tosca, sádica y machista, encarnados en la caza. En este caso, de animales y luego del hombre.

Rituales en los que, por cierto, participa el presuntamente bondadoso y sensible personaje central. Este mismo presuntamente bondadoso y sensible personaje central que tiene complicidades e íntima amistad con quienes sabe, o debería saber, que maltratan a la niña acusadora por omisión. Rituales que son contemplados y expuestos fílmicamente sin el menor asomo de crítica y sí, en cambio, con complacencia.

En cuanto a la visión que ofrece de la gestación de la caza de brujas contra el docente es, sencillamente, sonrojante. No soporta el más mínimo análisis, se cae por su propio peso. Y, en este apartado, cherchez la femme… . Entre la pérfida madre de su hijo y la directora del colegio, que no cuestiona ni contrasta la historia, primero resentida y luego inducida de la niña, las profesoras, etc, etc, ellas inician el drama, que luego sus neandertales maridos se encargan del trabajo sucio.

Sería injusto no destacar el soberbio trabajo, justamente premiado en Cannes, del excelente Mads Mikkelsen. El resto del reparto, muy desigual y l@s niñ@s, muy naturales y creíbles. El final, otra trampa…, intenta una vuelta de tuerca y se queda en el quiero y no puedo. Por lo demás, un maniqueísmo de fondo y forma recorre de principio a fin a este filme que se traicionó a sí mismo y a lo que pudo haber sido.

SEFF,IX edición. ‘La última vez que ví Macao’: Nueva era

Esta singularísima cinta de los portugueses Joao Pedro Rodrigues y Joao Rui Guerra da Mata, cuyo guión también han escrito, es una coproducción entre el país que les vió nacer y Francia. Se integra, por derecho propio, dentro de la Sección de Las Nuevas Olas y tiene ochenta y cinco hipnóticos minutos de metraje.

Candy, un travesti de éxito en la ciudad de Macao, envía una llamada de auxilio a un antiguo y fiel amigo portugués que pasó su infancia en el lugar. Pero la cita, a través de otro contacto seguro, no llega a materializarse esta primera, y tampoco una segunda vez, por caprichos del azar. Cuando finalmente la cantante cae en poder de sus muy peligrosos enemigos, le espera a nuestro protagonista un itinerario muy arriesgado, iniciático y simbólico en el que las indicaciones de su amiga le servirán de guía.

Esta insuficiente sinopsis no contiene, ni explica, ni describe, todo el poder de sugerencia y fascinación que tiene la película, que transcurre entre la Nochebuena y el Año Nuevo, y que está habitada por una mezcla de géneros como el fantástico, el thriller o el cine negro. No contiene, ni explica, ni describe, el letal encanto de una urbe -«la flor de loto de Oriente» – que se nos va mostrando en planos y panorámicas que la muestran en todo su horror y su esplendor, con sus luces y sus sombras, en sus imágenes más turísticas, aunque nunca tópicas, ni al uso, y en las más inquietantes y secretas.

No contiene, ni explica, ni describe esa magnética voz en off de un personaje central siempre oculto, que la describe poderosa y lúcidamente, que conoce sus recovecos e historias pasadas, pero que ignora el perturbador futuro. No contiene, ni explica, ni describe ese tempo, ese ritmo que acaricia e inquieta, es@s gat@s, sobre todo ell@s, y perr@s que están en cada esquina y en los escenarios más desolados y letales.

Laberíntica, oscura , enigmática y  esotérica. Sus  códigos y claves, su belleza y particulares señas de identidad, merecen una visión atenta y unos sentidos abiertos y receptivos para dejarse llevar por sus desasosegantes misterios.

SEFF,IX edición. Sección Oficial.’Gébo et l´Ombre’: El hijo pródigo

Sostiene Manoel de Oliveira, realizador portugués universalmente conocido y reconocido, que filma contra la muerte. A sus 104 años, tiene la convicción de que, si dejara de rodar,  ella le atraparía. Ya está preparando otra tras esta, su última propuesta, que concursa en el Festival en la Sección Oficial.

Basada en una obra teatral del autor luso Raúl Brandao, la historia se desarrolla en el interior de una casa, en la que viven con penurias tres personajes. Un contable digno y honrado, su mujer y su nuera. El ausente, cuya fuerte presencia gravita entre ell@s, es el hijo y marido respectivamente desaparecido hace ocho años. La madre le llora, pero su marido y la esposa conocen turbios secretos que ella ignora…

Esta cinta contiene muchas de las señas de identidad, tanto en el fondo como en la forma, del cine de su autor. Planos fijos, adaptación literaria, personajes que dialogan y teorizan… Pero, por decirlo de alguna manera, es más austera que las precedentes ‘Singularidades de una chica rubia’ y ‘El extraño caso de Angélica’. Los personajes apenas si se mueven, el origen teatral es evidente, un único escenario y sólo una visita y una aparición sorpresa cambian el curso del relato.

Nada que ver, sin embargo, con el teatro filmado, pese a lo que pueda parecer. El incontestable talento de Oliveira lo convierte en un ejercicio cinematográfico atípico, lleno de matices y sutilezas. Con una observación de personajes y sus complicidades, afectos y desafectos mutuos más que curiosa. Como los contrastes entre sus valores, principios y formas de vida, frente a los del hijo pródigo.  Y sus actores saben estar a la altura… Excelente Michael Lonsdale. Sensible y competente, Leonor Silveira. Correcta, Claudia Cardinale. Estimulantes las breves apariciones de Luis Miguel Cintra y Jeanne Moreau. En cambio, Ricardo Trepa desentona en un registro algo chírriante.

Para la abajo firmante, no estamos ante la mejor película de su autor. De hecho, prefiere las dos anteriormente citadas. Pero hay que verla, claro que hay que verla. Larga vida al maestro.

SEFF, IX edición. Sección EFA: ‘César debe morir’: Alea jacta est

Dos hermanos octogenarios, clásicos vivientes del cine europeo y universal, los italianos  Paolo y Vittorio Taviani rodaron en Rebibia, una prisión romana de máxima seguridad, esta potente versión del clásico shakespeariano, Julio César, con algunos de los más peligrosos internos como actores. El resultado es esta película, que obtuvo el Oso de Oro en la Berlinale.

El arranque muestra el final de la representación en el escenario de la cárcel, con colores vivos, con un intenso rojo de fondo de escenario,  y el público ovacionando en la sala. Luego retrocede en el tiempo, utilizando ya el blanco y negro, a la gestación del montaje, empezando por las hilarantes pruebas de casting y no se vuelve al color hasta el final, salvo en una escena aislada.

Dicho recurso es sabio, pues la negrura del interior del presidio combina perfectamente con esta tonalidad y lo que supone para estos hombres duros y peligrosos la incursión del arte en sus vidas, la asimilación del fondo y la forma únicas de esa obra inmortal y la posibilidad de expresarse creativamente. El color vuelve cuando la suerte ya está echada.

Este peculiar reparto formado por narcotraficantes, en su mayoría, y asesinos, unos cuantos, funciona a la perfección. La mayoría resultan ser grandísimos actores y prestan sus notables encarnaduras físicas a los personajes. Los Taviani los filman sabiamente, extrayendo de ellos humor, vis cómica, intensidad y talento y mostrándolos, tanto en los ensayos, muy comprometidos con la obra, como en su vida cotidiana e interrelaciones mutuas. Particularmente emotivo es el parlamento de Antonio, replicando al previo de Bruto, ante el cadáver de César, al que reaccionan todos esos hombres entre las rejas de sus celdas clamando libertad. Está en el texto, claro, pero también en sus mentes y deseos…

Un filme lúcido, irónico, intenso, poderoso y emotivo, que ha revelado a unos actores magníficos y a algún que otro escritor. Hay que verlo y disfrutarlo como se merece.

SEFF, IX edición. Sección Oficial: ‘A perdre la raison’: Cadenas

Una joven luminosa, profesora de primaria. Un chico marroquí, que la ronda enamorado. Un maduro doctor, protector del muchacho. Una propuesta. Una boda. Una luna de miel nada convencional. Un matrimonio sin casa. Una solución tramposa y forzada. Un@s hij@s que van llegando. Una progresiva despersonalización. Una profunda infelicidad. Un padrino rico, poderoso y despiadado. Un control. Un maltrato. Una mujer desdichada. Una trágica y terrible determinación.

Una coproducción entre Bélgica, Luxemburgo, Francia y Suiza. Un director, el belga Joachim Lafosse. Una puesta en escena que ilumina lo oscuro. Unas elipsis sabiamente intercaladas. Una música que subraya y potencia. Unos interiores que devienen cárceles. Dos hombres sometiendo a una mujer. Una alienación seguida paso a paso. Un rostro devastado por el pesar. Una víctima y sus víctimas. Un final que cierra un círculo.

Una apuesta decidida por la libertad de la mujer. Una radiografía feroz del infierno doméstico. Un impío registro de los desastres familiares. Una actriz superlativa, una composición desgarradora, Emilie Dequenne. Unos pavorosos efectos secundarios de la opresión. Una cinta  que no juzga, ni condena, sólo muestra. Una realización que deja fuera de campo el pathos final, que sabe desvelar u ocultar, según convenga o no. Una película, otra, que no deben perderse.

SEFF, IX edición. ‘Boy eating the bird´s food’: Europa, Europa…

Palabras de Ektoras Lygizos, hombre de teatro, realizador, guionista y productor de esta ópera prima griega, integrada en la Sección Oficial, en la rueda de prensa que siguió a la proyección : «Es la historia de un ‘pobre nuevo’, de un joven que está aprendiendo a ser pobre en el día a día. De un joven dotado, culto, de clase media, para el que ya no hay un lugar en la sociedad porque ciertos dones no son ya valiosos…».

Y así, sigue a este adolescente  contratenor de talento y desempleado, en su errático deambular en una Atenas  hostil e indiferente que no tiene nada que ofrecerle. Ni trabajo, tras ser rechazado en una prueba de voz, ni como operador de marketing telefónico donde le cuelgan, sin darle oportunidad a explicarse…

Pero, sobre todo, en su piso, con el hambre siempre al acecho, compartiendo el alpiste con su pájaro, hurgando en bolsas de basura, robando un puñado de azúcar del anciano vecino al que eventualmente cuida, telefoneando a una madre ausente y distante -«las familias, el soporte imprescindible, ya no ayudan. Ni quieren, ni pueden ayudar» -, malvendiendo sus escasas y mínimas pertenencias o algunas de quienes ya no van a necesitarlas.

Pero el director no olvida tampoco las pulsiones eróticas del protagonista y nos lo muestra siguiendo a una joven, con la que llegará a tener ciertos contactos físicos, que ella rechazará en el cuerpo a cuerpo cuando descubre horrorizada que la extrema privación del chico provoca que pierda mechones de pelo. O el autoerotismo, con una descarnada escena masturbatoria en la que el hambre y el sexo se confunden en la eyaculación. O sus ‘duchas’ con una botella de agua fría cuando se la cortan por impago en su apartamento y se ejecuta el embargo.

Y su búsqueda de un espacio ruinoso donde él y su canario, al que nunca olvida y siempre alimenta, puedan guarecerse. Y… Esta desgarradora experiencia individual, relatada sin ningún tipo de énfasis o dramatismo, en esta cinta más que notable, documenta y da fe, mejor que muchas proclamas y panfletos, de que los terribles fantasmas  que recorren Europa en este siglo son la miseria y la desesperación.

SEFF, IX edición. ‘Amour’: Dignidades

Cuando terminó la proyección de ‘Amour’ un respetuoso silencio, más denso aún que aquel con el que fué seguida su proyección, se hizo sentir paradójicamente sobre un Lope de Vega casi completamente lleno. Haneke cierra en negro y va deslizando los títulos de crédito tras haberte expuesto al poderoso influjo de una cinta abismal, en el sentido más intimista y menos espectacular del término. Y te la llevas a casa, claro que te la llevas. E intentas recomponer sus piezas y las tuyas…

Es la una y cuarto de la madrugada y quien esto suscribe se niega a hacer una crítica al uso. Se niega a hablar, por ejemplo, de la Palma de Oro en Cannes. Se niega a hablar, por ejemplo, de que es una coproducción franco-germano-austríaca, de 128 minutos de metraje. Se niega a hablar, por ejemplo, de que, con seis candidaturas, es la película más nominada para los Premios EFA en las categorías de Mejor Película, Mejor Director, Mejor Actriz, Mejor Actor y Mejor Guión, escrito por el propio realizador.

Sí quiere hacerlo, en cambio, de esa pareja magnífica de octogenarios franceses, músicos y enormemente cultivados sobre los que un día se cierne la oscuridad. Sí quiere hacerlo, en cambio, de esa relación respetuosa, cortés, exquisita a la que la enfermedad pone  a prueba. Sí quiere hacerlo, en cambio, de esa sucesión de momentos cotidianos tan aparentemente sencillos que se transforman en titánicos esfuerzos, cuando el cuerpo y la mente no responden. Sí quiere hacerlo, en cambio, de la determinación de una mujer admirable de no ser una carga. Sí quiere hacerlo, en cambio, de la lucha de un hombre heroico por mantener a raya a la impotencia. Sí quiere hacerlo, en cambio, de las vejaciones de la edad, de la dependencia y de un mal que avanza progresivamente entre las paredes de una casa.

Y de cómo el realizador nos introduce en los momentos más íntimos con una ternura tan profunda como ajena a cualquier sentimentalismo. Y de cómo el realizador posa su mirada en una forma de vida acechada por la muerte. Y de cómo el realizador nos golpea con una dureza tanto más insidiosa cuanto más ajena a cualquier concesión dramática.

Y de cómo el realizador nos muestra sin ambages la vejez en el cuerpo, en los movimientos, en el esfuerzo titánico y lleno de dignidad de ganarle el pulso al día a día, cuando tienes que cuidar de tí mismo y de la persona amada. Y de cómo el ojo de su cámara se detiene, desmembra, escruta y nos revela lo que nos negamos a ver.

Y de cómo el realizador ha contado con dos protagonistas excelsos, prodigiosos, a quienes todos los honores les son debidos, Emmanuelle Riva y Jean Louis Trintignant y con la impecable presencia de Isabelle Huppert.

El resultado es una película estremecedora, una obra mayor implacable y trágica, que conmociona e impacta en lo más hondo e intensamente personal. Asómennse a su precipicio, si se atreven…

SEFF, IX edición. Toma II, ‘Holy Motors’: El hombre de las mil caras…

Enfrentarse a  una película tan extraña, radical, sugerente, fascinante, insobornable, intensa, divertida, chocante, provocadora, emotiva, tierna y poliédrica como esta ‘Holy Motors’, del singular cineasta francés Leos Carax, supone aceptar unas reglas de juego cuyos códigos intuyes, pero desconoces. Supone aceptar que las palabras con las que intentas aprehenderla se queden cortas frente al torbellino de sensaciones y reacciones de distinto signo que te van invadiendo a lo largo de sus 115 minutos de metraje.

Decir que arrasó en Sitges con los premios a la Mejor Dirección, a la Mejor Película Fantástica, el Jose Luis Guarner de la Crítica y el del jurado Méliès d´Argent de largometraje europeo. Sitges la coronó y en Cannes, las opiniones se dividieron entre ovaciones y abucheos. Con una cinta como esta, todas las percepciones y los juicios son tan legítimos como posibles.

Por tirar algo del hilo argumental, el relato sigue a un actor llamado irónicamente Oscar – excelente Denis Lavant, actor fetiche-alter ego de Carax – quien va interpretando personajes diferentes en ambientes tan contrapuestos como habitaciones de hotel, paisajes desolados, fábricas abandonadas, escenarios o exteriores. Es conducido en una limusina blanca por una mujer, Céline, -estupenda Edith Scoub-, una dama elegante, que le recuerda sus citas y le salva de más de un apuro.

Y va encontrando e induciendo en este intransferible y bizarro itinerario a gente de todo tipo con la que establece vínculos dispares, desde la violencia al romance, desde el rigor a la dulzura, desde la formalidad a la sociopatía. Compañer@s de viaje como l@s interpretad@s por Eva Mendes, Michel Piccoli o Kylie Minogue – que interpreta maravillosamente un precioso tema musical y que coprotagoniza con Lavant un dueto romántico-nostálgico más que intenso – dan fe de estos desvaríos.

Se han señalado influencias de Lynch, Truffaut, Godard… Y, sí, son rastreables y reconocibles en este filme tan denso y complejo. Pero es también de una autoría incuestionable y una recomendación sine qua non. Véanla con una mirada abierta y receptiva, déjense transportar y atrapar por ella. No lo lamentarán.

SEFF, IX edición. Toma II, parte I. ‘Reality’: Excesos.

Matteo Garrone, el realizador romano que impactara con su film ‘Gomorra’ en el 2008, consiguiendo el Premio a la Mejor Dirección del Cine Europeo con este potente título, ha conseguido, cuatro años después el Gran Premio del Jurado en Cannes con esta ‘Reality’, a concurso en la Sección Oficial.

Un pescador napolitano vive con su numerosa parentela en una casa comunitaria, en lo que en su día fué una mansión, en estado ruinoso. Felizmente casado y con tres hijos, intenta, junto a su mujer, ganarse la vida como puede, incluyendo trapicheos variados. Pero un día es incitado a presentarse al casting de Gran Hermano, pasando las dos primeras fases. A partir de ahí, su mente y su existencia  darán un paranoico y obsesivo vuelco a la inútil espera de ser seleccionado para el programa.

El realizador contempla a su protagonista  y a sus circunstancias a la vez mordaz y compasivamente, aunque el exceso grandguiñolesco le pueda al retratar a personajes y ambientes. Arranca bien, con vitalidad y energía, en la escena de las bodas donde el héroe local, un ex concursante del reality, es la estrella de la función y nos va mostrando el contexto en el que se desenvuelven los protagonistas. Es una película coral, de patio de vecinos, trasladado no sólo a la casa, sino a la calle y a cualquier ambiente. Tiene el tono desaforado de una comedia de situación en la que se nos muestra una suerte de parque temático de la horterada.

Y tales excesos le pasan factura porque no mide los tiempos, ni el ritmo. Su crítica, que se pretende corrosiva, se quema en el propio pintoresquismo. Sus caracteres y situaciones, estupendo su reparto, rozan la caricatura. Se extiende, se dispersa, los árboles no le dejan ver el bosque, el guión se le va de las manos. De puro hiperealismo, despierta la incredulidad. Tiene, no obstante, momentos y situaciones que dejan entrever la película que hubiera podido ser con contención, humor negro y una visión mucho más ácida sobre ese exagerado microcosmos.