Una mirada desnuda, austera, sin concesiones, demoledora y casi sin asideros esta de Andrea Pallaoro, cosecha del 82, en ‘Hannah’. Una mirada minimalista y depurada, desasosegante e incómoda hecha de planos fijos, que casi únicamente se desplazan en función de su protagonista – una prodigiosa, eminente, Charlotte Rampling, Mejor Actriz en Venecia – sin banda sonora al uso y con diálogos escuetos e imprescindibles.
Una mirada de mujer, pues todo la historia discurre a través de sus ojos, filmada por un hombre, el cineasta citado, que inaugura aquí una trilogía dedicada a personajes femeninos. Un retrato, no por despojado menos potente, emotivo, sensible y perturbador de alguien a quien su entorno rechaza y condena por la culpa de otro, su cónyuge, que es encarcelado y mantiene su inocencia. Por, pese a las sombras de la sospecha, concederle el beneficio de la duda…
La cámara escruta el rostro, las expresiones, el cuerpo, la ancianidad tan digna y hermosa y el desmoronamiento progresivo de quien, pese a todo, intenta seguir con su vida – limpiadora en una casa con un niño autista, participante en un taller de teatro, cuidando a su perro, fiel a un dueño ausente, intentando un contacto familiar imposible y añorando a un nieto presente y perdido, nadando en una piscina … – y mantener una ficción de normalidad, hasta que descubre algo.
Todo ello en un relato cuyas claves son mínimas y que exige del espectador-a un esfuerzo de atención hasta llevarle a un final tan abierto como inquietante. Una producción italiana – aunque se proyecte en su versión francesa – de 95 minutos de metraje, escrita por su director y Orlando Tirado y fotografiada por Chayse Irvin. Es una de las elegidas para debatir en la próxima sesión de nuestra tertulia de cine Luis Casal Pereyra del miércoles, 6 de junio.
Asómense a sus abismos y VÉANLA CUANTO ANTES.
Absolutamente de acuerdo con tu impresionante crítica, tan certera, tan atinada, tan bien escrita. Enhorabuena, Carmen.
Mil gracias siempre por tu generosidad conmigo y con el blog, querido Enrique. Ahora leo la tuya. Un fuerte abrazo.