Además de los Festivales españoles e internacionales, este maldito virus nos ha arrebatado las salas de cine, los estrenos previstos, la posibilidad de ver esos títulos tan apetecibles sobre el papel en pantalla grande y tantas otras cosas en lo que a la cinefilia se refiere.
Esto sin entrar en temas económicos, políticos, personales o sociales. Quien esto firma, nunca pensó que añoraría tanto esas colas, esas enormes colas, tan desordenadas y caóticas a veces, ante las taquillas. Que añoraría tanto el llegar a estas y pedir entradas para una o dos sesiones. Que añoraría tanto, solitaria como es, los vestíbulos abarrotados de gente, de amistades y conocid@s a quienes saludar, besar, abrazar y tocar sin riesgo, ni distancia alguna. Con quienes comentar las impresiones sobre lo visionado al entrar o salir de las proyecciones.
Que añoraría tanto a esa gente estupenda de la entrada, el personal de la sala de referencia, con la que también poder compartir e intercambiar opiniones. O el sentirte anónima en la otra empresa sevillana, cuando no te apetecía especialmente encontrarte con nadie o querías ver títulos que solo se exhibían allí.
Que añoraría tanto la sensación expectante antes de apagarse las luces. Que añoraría tanto, ya durante el visionado, esos placeres estéticos, sensoriales, visuales, de enfoque, de narrativa, de puesta en escena, sonoros y emocionales… que solo te deparan, o muy especialmente, las pantallas grandes y las salas oscuras. Que añoraría tanto esos lenguajes, esas historias, esos rostros, es@s intérpretes, esos mitos, esos talentos. Que añoraría tanto incluso indignarse ante aquellas películas interesantes y maltratadas en una única sesión tardía e imposible.
Que añoraría tanto el tacto de la entrada en las manos, sin precaución ni miedo alguno. Que añoraría tanto incluso lo que antes le molestaba, los roces anónimos al entrar o salir, los móviles encendidos como linternas en la oscuridad en las llegadas tardías, las cabezas que impiden ver los subtítulos…
Que añoraría tanto la feliz obligación de consignar lo visto, de actualizar periódicamente este blog. Que añoraría tanto esas horas ante el ordenador con los «deberes» por delante. Que añoraría tanto incluso el bloqueo, la dispersión, la incapacidad de materializar en palabras lo percibido y sentido.
Que añoraría tanto y tan intensamente las ofertas de los fines de semana. Que añoraría tanto el disfrutar de la cultura y del entretenimiento que nos proporcionaba el pomposamente llamado Séptimo Arte. Que añoraría tanto esa parte tan esencial de nuestras vidas, que pensábamos intocable, y que el Covid 19 nos ha arrebatado por no se sabe cuanto tiempo…
Ojalá todo vuelva pronto a la añorada, preciosa y querida normalidad. Ojalá que este fundido en negro cinéfilo se convierta lo antes posible en un mal sueño o en el guión de alguna película.