‘La voz humana’: Amor y poder

En 1930, el genial poeta, novelista, dramaturgo, pintor, crítico, diseñador y cineasta francés Jean Cocteau (1889-1963), escribió un monólogo dramático sobre una mujer rota quien – ante el abandono de su amante durante cinco años, que la deja para casarse con otra – se aferra al teléfono para hablarle puesto que es la única despedida que se le permite.

Lleva tres días encerrada en su casa, con las maletas de su amado preparadas, esperando en vano que el hombre vaya en persona a recogerlo y a llevarse a su perro, quien también gime por él. Pero el varón ni siquiera está a la altura de asumir un cara a cara con ella. La mujer, desbordada por el tormento de la pérdida, intentando heroicamente simular que es responsable de la situación, que está bien, que intentará retomar la normalidad, que… se precipita fatalmente hacia el más negro abismo.

Esto en cuanto a la obra original. Basándose muy libremente en ella, Pedro Almodóvar ha filmado – con una puesta en escena deslumbrante, estilizada, barroca y sumamente refinada, y con una soberbia utilización del espacio escénico y de los interiores vistos con toda su tramoya, desde los propios y hermosos títulos de crédito – una historia, esta historia, desde un punto de vista muy contemporáneo.

Desde la mirada, la voz, el desgarro y el dolor de su protagonista – una exquisita, eminente, Tilda Swinton – que asume todas las alienaciones, dependencias y servidumbres de una relación tan desigual de amor y poder, algo que lamentablemente sigue vigente, pero también desde su fuerza y su rabia liberadoras para escapar de tan fatal destino.

Asimismo nos revela a ese interlocutor ausente. A un hombre egoísta, cobarde, que hiere y que culpa de ello, insidiosamente, a su víctima. También violento – ella lo afirma así – e incapaz de llevarse a un compañero fiel que le espera, su perro, y de enfrentarse en persona a su compañera fiel que espera verlo, que merece en justicia ese último encuentro. Y este retrato es no por sutil, menos demoledor.

Quien esto firma, y perdonen la autocita porque viene al caso, escribió en su reseña de ‘Dolor y gloria’, que pueden leer también en estas páginas. que tenía un contencioso con el director, como feminista y como animalista, por su insidioso tratamiento de la violación en algunos de sus filmes más conocidos y por la apología taurina de otros. Pero que en ese caso, como en este, era de justicia reconocer la calidad incontestable de su propuesta.

Coproducción entre España y Estados Unidos, fechada en este año, de30 minutos de metraje. Con una hermosísima y muy cuidada factura y dirección de arte en las que el artificio más suntuoso se alía con el drama más intenso. Con una fotografía de una belleza extrema del maestro José Luis Alcaine. Y una partitura, de la que se puede escribir otro tanto, debida al talento de Alberto Iglesias.

Un cortometraje excepcional. Háganse el regalo de no perdérselo.

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