¿Qué se esconde tras los sótanos de una oficina de investigación de las Naciones Unidas en Berlín, qué secretos ocultan, qué ocurre cuando se traspasan ciertos pasillos fuertemente custodiados, se accede a ciertas aduanas y se superan los férreos controles de seguridad para finalmente, una vez sellados los salvoconductos, encontrar un círculo que se abre a otro mundo…? ¿Qué misterios se revelan a un hombre – a un funcionario bondadoso, cuya esposa está en coma tras haber sido atropellada, a un trabajador leal y honrado que, pese a ello, nunca consigue ascender – cuando descubre un universo paralelo en el que todo es tan diferente y tan idéntico?
Una puerta de entrada que – tal y como ocurría en El Ministerio del Tiempo, pese a ser tan distintas las historias y los enfoques en ambas – desvela otro Berlín más estilizado y futurista cuyos habitantes son l@s dobles de quienes están en el del protagonista citado. Duplicados que no son semejantes, que han experimentado vivencias paralelas a veces y otras antitéticas.
Gentes que van y vienen de un lado a otro y no siempre con las mejores intenciones. Gentes que se infiltran, que ocupan los lugares del-la otr@, que se inmiscuyen, con la lección bien aprendida, en hogares ajenos, familias ajenas, parejas ajenas y trabajos ajenos para recomponer, para reintentar, para desestabilizar o para destruir. Mandos que saben lo que implica dicho tráfico. Diplomacia inoperante con todo que perder.
Gentes como el alter ego del personaje central – un inmenso J, K, Simmons, doble de sí mismo en una extraordinaria caracterización dual – seguro, prepotente, chulesco, mal marido y padre ausente, con mucho que aprender, con el que se intercambiará la vida afrontando serios peligros. Gente facciosa que culpa y que busca venganza. Gente que quiere evitar que l@s malvad@s ganen la partida.
Traidores-as de ambos mundos. Espías que aman, que odian y que asesinan. Sicarias implacables pero frágiles, – espléndida y magnética Sara Serraiocco – yernos de poderosos que deben madurar, una Sombra cuya identidad conoceremos, que representa el Mal Absoluto. Una niña nacida de ambos universos. Dos mujeres – maravillosa Olivia Williams en su caracterización dual – eficientes profesionales y compañeras de vida cuyos itinerarios convergen y divergen. La cruel adoctrinadora infantil. La hija que no fue y la hija adolescente. El perverso embajador. El amante fiel. El feroz y cínico villano…
Una cautivadora, elegante, plena de atmósfera, pródiga en sorpresas y envolvente mezcla de thriller fantástico y de espionaje. Una serie estadounidense, fechada entre los años 2017 y 2019 que puede y debe verse en HBO, cuya primera temporada consta de 10 absorbentes episodios de una hora de metraje. Creada, escrita, junto a Amy Berg, producida y realizada – junto a tres mujeres y cinco hombres en cada capítulo de entre l@s que destacar a Morten Tyldum y Jennifer Getzinger – por Justin Marks. Con una bella y sugerente fotografía firmada por Luc Montpellier y Martin Ruhe y una poderosa y magnífica banda sonora debida a Jeff Russo.
Del reparto extenso y coral, además de l@s mencionad@s, hay que hacerle justicia a las composiciones de Stephen Rea, Richard Schiff, Harry Lloyd, Nazanin Boniadi, Ulrich Thomsen o la fugaz, pero estimulante, presencia de Jacqueline Bisset.
Esta firmante está visionando ahora la segunda temporada, de la que también se propone darles cuenta. Y, desde luego, les recomienda encarecidamente que no se la pierdan.