De entre la impresionante nómina de cineastas iraníes – una nómina de gente valiente y con talento que han sido censurad@s, represaliad@s, prohibid@s, prisioner@s a l@s que no se les ha permitido salir del país ni siquiera para recoger premios internacionales – de la que la imprescindible Wikipedia recoge en un listado de la A a la Z cerca de cincuenta, destacamos los nombres – el orden de los factores no altera el producto… – de Ali Agassi, Asghar Farhadi, Abbas Kiarostami, Hana y Samira Makhmalbaf, Jafar Panahi, Marzieh Mehskini, entre un largo etcétera.
En ella se integra, con todo merecimiento, el productor, guionista y director de la película que nos ocupa, Majid Majidi, cosecha del 59, en cuya filmografía encontramos varias historias con menores de protagonistas tales como ‘Niños del paraíso¡ (1997), ‘El color del paraíso’ (1999) o ‘Beyond the clouds’ (2017), rodada en Bombay.
‘Hijos del Sol’ sigue a Ali, de 12 años – un prodigioso Roohollah Zamani – quien, con tres amigos más, malviven en las calles haciendo trabajos dudosamente legales, combinados con pequeños hurtos, para gentes sin escrúpulos y explotadora. El jefe de todo eso, les encarga la búsqueda de un tesoro oculto en el sótano de un colegio, la Escuela del Sol, institución que ayuda a niños varones en su misma situación y en la que deberán matricularse para conseguir su objetivo.
El director se sirve de esta historia, narrada con intensidad, ritmo, sensibilidad, dureza y convicción, para proponer una mirada crítica a la realidad de los niños marginados en su país. Varones, masculino plural, porque – aunque aparezca una intrépida amiga entre sus filas, inteligente, autónoma y decidida, aunque obligada a la vestidura impuesta a su sexo, mientras ellos tienen total libertad indumentaria – su papel es secundario. La odisea, tan agridulce, la protagonizan ellos.
Son los olvidados, carne de cañón, que descubren que la formación gratuita y solidaria que reciben es valiosa – de hecho, el único, el mejor tesoro – que reconocen sus talentos, que tienen, y sienten, el afecto y la complicidad con los profesores, especialmente con uno muy empático. Que son tratados allí, quizás por primera vez en sus vidas, con el respeto y la consideración que merecen. Que conocen a unos adultos igualmente varones, quizás por primera vez en sus vidas, que no les utilizan sino que les ayudan y enseñan.
Pero… la quimera del (tes)oro es más fuerte en el protagonista que lo vive en principio como una aventura – bajo presión de sus «jefes», pero aventura al fin – para irse ensombreciendo progresivamente hasta el final… que no debe desvelarse, bajo ningún concepto.
Producción iraní, fechada en 2020, de 99 minutos de metraje. Su guion lo firma también el propio director junto a Nima Javidi. La fotografía muy bien Houman Behmanesh y su banda sonora igualmente notable es de Ramin Kousha. Fue premiada en Venecia, todos los reconocimientos le son debidos, al Mejor Actor Revelación.
Aún se proyecta en el Avenida, al menos hasta pasado mañana jueves, 3 de junio. Ni se les ocurra perdérsela.