Archivo diario: junio 25, 2022

‘Nosotros no nos mataremos con pistolas’: L@s amig@s de Blanca

Blanca prepara por primera vez en su vida una paella como excusa para reunir en su casa del pueblo costero levantino – que celebra su fiesta mayor – a dos amigas y a dos amigos que llevan, entre sí y con ella, años sin verse. Concretamente desde que ella se marchó a vivir a Londres.

Tod@s en la treintena, despreocupad@s, chispeantes, ingenios@s, brillantes, cómplices y crueles cuando toca y cuando no… sobre el grupo sobrevuela una tragedia y una ausencia: la de la prima de la anfitriona, cuyas cenizas se guardan en una habitación, que decidió suicidarse con un tiro en la sien.

Así de fuerte arranca una película, novena en la ecléctica e irregular filmografía de su realizadora – la guionista y cineasta María Ripoll, cosecha del 64, formada profesionalmente en Estados Unidos y con un título de esa nacionalidad en su haber como ‘Tortilla soup’ (2001) remake latino de ‘Comer, beber, amar’, de Ang Lee, pero también se podría destacar su ópera prima ‘Lluvia en los zapatos’ (1998) o ‘Tu vida en 65’ (2001), junto a otros más olvidables – adaptación de la premiada obra teatral homónima de Víctor Sánchez Rodríguez, quien también escribe su guion junto a Antonio Escámez.

No deja de ser curioso que, en el mismo día y en programa doble, esta firmante haya visionado dos películas españolas que tienen en común un retrato generacional de los millennials desde perspectivas de fondo y forma muy diferentes, en las que se describe un reencuentro de amig@s que, por circunstancias diversas, se habían distanciado.

La mirada de María Ripoll es tan caústica como compasiva, tan crítica como empática y compleja en su entendimiento de unas criaturas condenadas por la crisis a las penurias económicas más extremas, pero que pretenden ser lo que no son y tener lo que no tienen.

A lo largo del metraje, a lo largo de ese extenso e intenso día compartido, se nos van mostrando sus fragilidades, sus secretos, sus mentiras o sus imposturas. No, ell@s no se matan con pistolas – como su añorada prima y amiga, cuyas razones para hacerlo permanecen secretas o se antojan demasiado abstractas – pero sí se dañan a sí mism@s ocultándose y ocultando deseos reprimidos, empresas que se van a pique, infidelidades que marcan un punto de inflexión, una responsabilidad mayor en la mayor indigencia…

Sí, la cineasta ha madurado y acierta casi siempre en el tono tan festivo como desesperado y tan frívolo como trágico. Aunque a veces se le vayan de las manos el tratamiento, o determinadas situaciones e interacciones que alarga o no sabe resolver.

Esta firmante tampoco le perdona que haya incluído gratuitamente a una gallina en la historia y que el animal no lo pase excesivamente bien en el relato, aunque no haya maltrato directo, salvo en ser considerada como un «juguete» para un@s niñ@s y ser hostigada por ell@s, como un gag exento de crítica. Salvo en ser usada como una cosa siendo una criatura sintiente.

Quien esto firma no se cansará de escribir que la utilización de especies no humanas en el cine resta y no suma. Es innecesaria a todas luces con los recursos del medio y las hace sufrir incluso en las escenas más aparentemente ligeras o inocentes. Escrito queda una vez más.

Producción española, fechada en el año en curso, de 88 minutos de metraje. La fotografía muy bien, captando todas sus tonalidades mediterráneas, Joan Borderá y otro tanto puede decirse de la banda sonora de Simon Smith. Un reparto en estado de gracia es su activo mayor: Ingrid García Jonsson, Elena Martín, Lorena López, Joe Manjón y Carlos Troya llenan la pantalla con su credibilidad, su carisma y su talento.

Salvo por las prevenciones señaladas, es más que digna y honesta señalando un estado de cosas que golpea especialmente a ciertas franjas de edad. Pero, de nuevo, la cartelera sevillana apenas la ha mantenido siete días. Esperemos que alguna plataforma lo subsane y, si es así, deberían verla.