‘Pequeña flor’: No matarás, ¿o sí…?

Antes que nada, esta firmante va a proceder a darles a conocer algunas de las entusiastas críticas de expertos, todos hombres en este caso, sobre esta película recogidas en la imprescindible página de consulta FilmAffinity. A saber:

«Una aventura cinematográfica que respira libertad y buen humor…» Alejandro Lingenti, Diario La Nación: «La clave de que funcione tan bien es la sensación de realidad superpoblada de acontecimientos que no suelen ser reales…» Horacio Bernades, Diario Página 12; «Es un continuo narrativo llevado por la inspiración, el talento y a veces el capricho… es una simpática combinación de esas tres cosas» Diego Lerer, MicropsiaCine.com; «Resulta una película recargada, provocadora, incómoda, sin miedo al ridículo y al qué dirán… Un golpe en la mesa de un cineasta como Mitre, que cuestiona los mandatos del buen autor festivalero dócil, sumiso y previsible» Diego Batlle, OtrosCines.com; «… Mitre nos brinda una película más estimulante y más osada que la muy convencional ‘Argentina 1985′» Jordi Batlle Caminal, Fotogramas.

Esto es una pequeña muestra de los aplausos que ha suscitado esta coproducción entre Francia, Argentina, España y Bélgica, fechada en el año en curso, de 98 minutos de metraje, escrita – junto a Mariano Llinás, adaptando la novela homónima de Iosi Havilio – y dirigida por el prestigioso y premiado actor, montador, guionista y cineasta argentino Santiago Mitre, cosecha del 80, entre cuyos créditos filmográficos están ‘El estudiante’ (2011), ‘Paulina/La patota’ (2015) o ‘La cordillera’ (2017). La que nos ocupa la filmó inmediantemente antes de ‘Argentina, 1985’.

La fotografía muy bien uno de sus habituales, Javier Juliá, y la matizada banda sonora, al margen del leit motiv del clásico de Sidney Bechet al que hace referencia el título, se debe a Gabriel Chwojnik. La historia remite a una pareja formada por un argentino y una francesa, que viven en una ciudad provinciana del Macizo Central a la que él se ha trasladado por trabajo como ilustrador de una empresa.

Comienza con el parto de ella, que da a luz a su hija, y a posteriori, siendo aún una bebita, el protagonista – un más bien inexpresivo y apático, aunque es algo imputable a su personaje, actor uruguayo Daniel Hendler – es despedido y su pareja – una vitalista y enérgica Vimala Pons – es quien debe asumir el sustento familiar con el suyo.

Así que estamos ante un padre novato que debe ejercer como tal y encarar todos los muchos trabajos del trabajo doméstico, desarraigado y exiliado en un país cuyo idioma no está predipuesto a aprender, cuando conoce a un vecino irritante y refinado, amante del buen vino y sobre todo, del jazz – un excelente Melvin Poupaud – al que, al ritmo del tema del título, asesina involuntariamente, aunque al día siguiente la víctima reaparece saludable y viva. Como fruto de tal crimen su modus vivendi y su relación, que ha entrado en crisis, parecen animarse. Luego, como consecuencia sigue perpetrando jueves tras jueves su acto mortal y…

Mitre abandona aquí su línea de compromiso político para transitar entre la intriga, el terror, la comedia y la comedia negra. Y lo hace con su solvencia y desenvoltura habituales. Resulta muy valiente y muy de agradecer por su parte tal vuelta de tuerca fílmica.

Aunque, por descontado, no falten las reflexiones sobre la crisis masculina de los 40, su cine es de protagonismo masculino plural con escasas excepciones, sobre su posición en la pareja, el hogar y el cuidado de la hija, en este caso. Todo ello en oposición a la de su vecino refinado, culto y bon vivant, sin problemas, ni contradicciones aparentes.

Mientras que la mujer, vista mucho más superficial y secundariamente, recala en una suerte de terapia de grupo chamánica liderada por un divertido Sergi López. Español, francés y algo de catalán, se mezclan en esta propuesta.

Una propuesta cuyo bucle central le resultó a esta firmante excesivamente reiterativo y tedioso. Creo que al final teniendo tantas reflexiones y subtramas para desarrollar como algunas de las ya citadas, escogió la, a su entender, menos interesante. Teniendo en cuenta, claro, que esta firmante desconoce el material literario de partida.

En resumen, imperfecta pero curiosa. Hay que verla.

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