‘Broker’: «Cigüeñas» delincuentes y «familias» disfuncionales

Quien esto firma, admira la trayectoria del productor, editor, guionista y cineasta japonés Hirokazu Koreeda – cosecha del 62, con títulos tan notables y reconocidos en su haber como los seis que hemos comentado en nuestra tertulia de cine Luis Casal Pereyra, de la que es todo un referente, y que son, a saber: ‘De tal padre, tal hijo’ ( 2013), que debatimos en enero de 2014; ‘Nuestra hermana pequeña’ (2015), que debatimos en abril de 2016; ‘Después de la tormenta’ (2016), que debatimos en diciembre de ese mismo año; ‘El tercer asesinato’ (2017), que debatimos en noviembre de ese mismo año, ‘Un asunto de familia’ (2018), que debatimos en enero de 2019 y ‘La verdad’ (2019), que debatimos en enero de 2020 – un realizador que tiene en su haber la Palma de Oro y el Premio del Jurado en Cannes, varios FIPRESCI y el Donostia, entre una lista inabarcable de reconocimientos.

Todos le son debidos a un hombre que ha sabido filmar como nadie a ese particular e intransferible grupo humano, unido por vínculos de sangre o no…, llamado familia. Un grupo humano cuyos componentes pueden ser tanto un infierno como una bendición, por defecto como por exceso, por activa como por pasiva.

Un grupo humano que está también presente en esta su última, e irregular, propuesta que se articula en torno a la historia de una chica muy joven que deja a su bebé a la puerta de una iglesia que tiene una caja/buzón habilitado para este fin, en una noche muy lluviosa, con la intención de volver a por él.

Pero no contaba con que dos traficantes de recién nacidos, dos «cigüeñas» delincuentes, estaban al acecho para llevárselo y venderlo en adopción al mejor postor. Así que les encuentra, les sigue y, convencida como está, de que ella misma es la peor opción para su hijo, decide viajar con ellos, junto a un huérfano que no pudo encontrar una adopción, en busca de los progenitores adecuados previo pago. Paralelamente, dos mujeres policías, que lo han presenciado todo, se unen a la expedición sin ser vistas porque esperan pillarles in fraganti y detenerles.

Koreeda ha filmado este relato en Corea del Sur pues, según sus declaraciones, allí proliferan estas opciones para las mujeres que no pueden, no desean, o ambas cosas, ser madres, ni tampoco abortar. Y que deparan a tales menores el destino de orfanatos en los que tienen la posibilidad de ser adoptad@s o no.También ha comentado que son lamentablemente necesarias, dada la altísima cifra de adolescentes y jóvenes solteras que se quedan embarazadas.

Un relato que es a la vez un drama, un thriller y una road movie. Un relato habitado por, como es marca de la casa, una filosofía humanista y compasiva que no excluye los tintes críticos. Un relato que, como es marca de la casa, intenta insuflar complejidad a los dramatis personae que lo habitan.

El problema aquí es que los dramatis personae citados que lo habitan son difícilmente salvables. A ver, por muy simpáticos que les represente el realizador, son mercaderes de bebés, que los secuestran y tratan de explotarles económicamente usándoles como señuelos para madres y padres desesperados por adoptar a una criatura que la biología les niega.

Y el problema sigue siendo que tales progenitores deseantes, presuntas víctimas de estos ladrones de infantes, son cómplices. a su vez, por comprar, como una mercancía, a un recién nacido por muy bonito que sea el destino que le reserven.

Como apunte curioso, destacar que para algun@s de tales candidat@s, el niño les parecía poco masculino por tener las cejas finas, ya que las espesas allí están asociadas a la virilidad. Y que los varones, recuerda una de las policías, se cotizan en tal sórdido mercado mucho más que las niñas…

Koreeda ha perdido una oportunidad de oro para incidir en un estatus social que permite que tales aberraciones ocurran. Para incidir en la situación tan miserable de esa joven madre que no quiere, no puede y no se considera capaz de serlo.

Para incidir en un bucle disfuncional del que tod@s son responsables y perdedores-as y en el que las víctimas de esas víctimas son menores de todas las edades. Para incidir en las orfandades de personas de todas las edades, en el hecho incontestable de que los deseos no son derechos y que el fin no justifica los medios. Para incidir en el lugar y en la opresión de las mujeres en tal contexto.

Pero está claro para esta firmante que, pese a plantear un relato moral, se limita a esbozar unas pinceladas de tales reflexiones. Y es una lástima porque la película habría ganado en densidad y en relevancia, sin perder un ápice de sus sensibilidad y empatía. Unas sensibilidad y empatía que, así tratadas, son tramposas para quien esto firma.

Producción surcoreana fechada en el año en curso, de 129 minutos de metraje. La escribe también su propio realizador. La fotografía adecuadamente Hong Kyung-pyo y la correcta banda sonora la firma Jung Jae-il. En cuanto al reparto, se entrega con solvencia destacando a Song Kang-ho (‘Parásitos’), Mejor Actor en Cannes, Bae Doona y Lee Ji-Eun.

Pero claro que tienen que verla. Una propuesta de Koreeda, por menor que sea en su filmografía, es siempre un regalo de la cartelera.

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