Esta entrada se dedica a ‘Cézanne y yo’, de la guionista y directora monegasca Daniéle Thompson, – cosecha del 42, que ha escrito películas tan interesantes como ‘La reina Margot’ (1994) y realizado la singular ‘La buche'(‘Cena de Navidad’) en 1992 y cuyo progenitor fue el conocido cineasta Gérard Oury – pues no hubo lugar de incluirla en la anterior toma para no alargarla excesivamente.
114 minutos de metraje. La escribe su firmante. La fotografía, dotada de fuerza y calidad, se debe a Jean-Marie Dreujou y la música, que enfatiza lo narrado, a Éric Neveux. La historia, basada en hechos reales, da cuenta de la amistad entre el escritor Émile Zola y el pintor Paul Cézanne desde que fueron compañeros de colegio. Nacieron con un año de diferencia y murieron con cuatro. En este filme se relatan los avatares de esta relación tan intensa como conflictiva.
Lamentablemente, ese choque de personalidades, de clases sociales y de circunstancias vitales que se daba entre estos dos hombres tan radicalmente opuestos, no se refleja aquí más que de una forma dispersa, academicista y superficial. Un material lamentablemente desaprovechado, junto al retrato de una época y de sus encontradas posiciones respecto al arte.
El guión es reiterativo, plano y repetitivo hasta decir basta. Quiere abarcar mucho y cuenta siempre lo mismo, no importa la época, y recorre varios años… ,en que se sitúen los encuentros – o más bien, encontronazos – dada la explosiva personalidad del pintor, retratado aquí como un personaje detestable, egocéntrico y miserable hasta decir basta, aunque también como un creador tan revolucionario como incomprendido. Mucho más de lo primero, penosamente, que de lo segundo.
Un Cézanne magníficamente interpretado, eso sí, por Guillaume Galienne, frente a la limitada y plana composición que hace de Zola su tocayo Guillaume Canet. Al resto del reparto, especialmente a las mujeres, y duele constatarlo, apenas si se le da cancha…
Una verdadera pena.