Sara Colangelo, escritora y cineasta italoamericana, encuadrada en lo que se ha dado en llamar cine independiente, aborda en este su segundo largometraje el remake de un filme franco-israelí del mismo título, escrito y dirigido por Nadav Lapid y fechado en 2014, que obtuvo ese mismo año el Giraldillo de Plata en el Festival de Cine Europeo de Sevilla. Aquí el enlace a su crítica:
https://sevillacinefila.com/2014/11/09/seff-xi-edicion-seccion-oficial-toma-iv-el-pequeño-poeta/
Esta que nos ocupa no se limita, ni mucho menos, a ser un calco de la anterior, pese a sus inevitables semejanzas, sino que la recrea y la convierte en una propuesta personal que, desde el punto de vista de quien esto firma, mejora al original.
Para empezar, la historia – de 96 minutos de metraje, cuyo guión firma también la directora, con una excelente fotografía de Pepe Avila del Pino y una música que subraya muy bien lo narrado de Asher Goldschmidt – de una mujer, con una sensibilidad especial por la literatura t volcada en sus pequeñ@s alumn@s, que descubre casualmente el talento poético de uno de ellos, de tan solo cinco años y que lo arriesgará todo por preservarlo – está ambientada en Nueva York, lo que le proporciona un contexto sociocultural muy diferente y cuidadoso con determinadas sensibilidades…
Como con la animalista, una de las causas de esta firmante. Pues en la primera el niño – al parecer un trasunto de Nadav Lapid – dedica un poema a una corrida de toros, asociando a nuestro país unilateralmente con estas sangrientas torturas y matanzas. Aquí es al animal. La protagonista de aquella aplasta a una hormiga, tras enseñársela al chico… Aquí, de nuevo afortunadamente, no hay tal cosa.
Pues donde el referente se dispersaba en pedantes y contradictorias ambigüedades ideológicas, en un deficiente guión y en un retrato muy sesgado de la enseñante… En esta que nos ocupa, por el contrario, la mirada de Sara Colangelo, sensible y atenta, capta todos los matices de su personaje central, una inmensa Maggie Gyllenhaal. Una protagonista a la que ama con todos sus excesos.
O lo que es lo mismo. Los matices y los excesos de un personaje que se debate por salir de la mediocridad que la rodea, donde la normalidad más chata resume las vidas de sus allegados y que se deslumbra por el talento de uno de sus discípulos. Un talento para la lírica, que nace con brillantes fogonazos, tanto más precioso por cuanto es frágil y está amenazado por el modus vivendi convencional. Un talento del que ella carece, porque no puede aprenderse.
Un talento, un don, por el que – a fin de preservarlo – la llevará a infringir todas las leyes y normas, a ser considerada un peligro e incluso a ser asociada con alguna perversión inconfesable… Todo ello – y nunca el fin justificaría tales medios – con el objetivo de que esa creatividad no se entierre bajo el principio de una realidad aplastantemente convencional.
Es interesante, con todas sus perturbadoras sugerencias y ambigüedades, y merece ser vista.