Sí, ellas también lo hicieron. Más de veinte mujeres anónimas y dos conocidas, que son las que se muestran en esta película, cuyas valientes denuncias por acoso sexual lograron la caída en desgracia que ejecutaron los Murdoch, dueños de la cadena, y su despido, disfrazado de renuncia – si bien con una jugosa indemnización, mayor de la que obtuvieron sus víctimas, y sin que llegara a ser juzgado, pues murió meses después – al destaparse el escándalo, del todopoderoso fundador, ex presidente y director ejecutivo de Fox News y de Fox Television Stations, Roger Eugene Ailes (1940-2017).
Un hombre aparentemente intocable, protegido y seguidor acérrimo del Partido Republicano que fue, además, consultor de medios para los ex presidentes Richard Nixon, Ronald Reagan y George H. W. Bush, del alcalde Rudy Giuliani y asesor de la campaña presidencial de Donald Trump. Fuente: Wikipedia. Y lo hicieron más de un año antes del #MeToo, en julio de 2016.
En esas fechas, precisamente, está ambientada esta producción estadounidense – de 108 minutos de metraje, firmada por el guionista, productor y director de cine y televisión de ese país, Jay Roach, cosecha del 67. quien tiene en su haber títulos como tres entregas de Austin Powers /1997, 1999 y 2002), dos de Los padres de ella (2000) y Los padres de él (2004) o ’50 primeras citas (2004) y la notable ‘Trumbo’ (2015) : cuyo guión se debe a Charles Randolph, cuya colorista fotografía es de Barry Ackroyd y cuya enérgica partitura es del maestro Theodore Shapiro – con el trasfondo político del último mandato de Obama y el rearme ideológico y mediático de la derecha más ultra en las presidenciales norteamericanas en las que se volcó la cadena y que culminaron con el triunfo de Trump.
Este es el contexto general y el microcosmos asfixiante, cosificador, degradante, vejatorio y abusivo para las profesionales de todas las categorías de Fox que eran obligadas, y las cámaras a captarlo, a exhibir sus piernas – los pantalones estaban vetados… – sus escotes, sus curvas y sus bondades anatómicas como cebo para los espectadores. O lo que es lo mismo, para una audiencia mayoritariamente masculina, blanca, racista, sexista, del ala más derechista del republicanismo, ferozmente conservadora y fascista.
Y, sobre todo, para un Jefe Supremo, que compartía tales características, que les exigía cínicamente «lealtad», que les ofrecía trabajo y promoción a cambio de «favores eróticos» diversos, que disfrazaba su acoso de protección y paternalismo y que se creía deudor de tal derecho de pernada. Un indeseable que las tiraba a la basura del paro o del descrédito profesional y personal si osaban negarse. Un villano del que, pese a todo, se da una visión compleja, incluso generosa, gracias a la composición y al talento del gran John Lithgow.
Con estos mimbres, Roach ha construido un relato tan potente como en ocasiones irregular e insatisfactorio. Sin asumir riesgos en la puesta en escena, muy deudora de la de las comedias en las que dicho medio es protagonista, pero a la que le imprime un ritmo y un sello muy personales, como por ejemplo la presentación de los personajes mediante los comentarios en off que hacen, incisivos y agudos. También, como se ha escrito antes, el clima político del momento en el entorno laboral desde el prisma más reaccionario, burdo y soez hacia las empleadas. Estas, además, al contrario que sus hermanas del MeToo, negaban ser feministas y estaban marcadas por la feminidad más estereotipada. Lo cual hacía más díficil su reacción ante las agresiones sufridas.
Pero la fuerza de la historia se diluye precisamente ante tanta dispersión… El personaje de una excelente Charlize Theron nos es mostrado más en sus valientes debates con Trump que como acosada, aunque la violencia sexual que sufriera perteneciera al pasado. Al de una tan vacilante como desgarrada Nicole Kidman se le podía haber sacado mucho más partido, puesto que quien inicia todo el proceso. El de la siempre estupenda Margot Robbie es ficción, un recurso dramático muy discutible, por más que represente a las jóvenes víctimas ejemplificando – en una dura y muy lograda escena – el modus operandi del delincuente, pero… ellas apenas si coinciden más que en el ascensor y eso le resta fuerza. Apenas si se centra en las denuncias sino en los antecedentes y en las consecuencias y eso…
Con sus luces y sus sombras, con sus pros y sus contras, que debatiremos el miércoles, 4 de marzo, a las 19.30, en la próxima sesión de nuestra tertulia de cine Luis Casal Pereyra, desde luego que hay que verla. HÁGANLO.