La actriz, dramaturga, guionista, productora y realizadora británica Vicky Jones- cosecha del 78, entre cuyos créditos está nada menos que ‘Killing Eve’, siendo además la mejor amiga y colaboradora de su igualmente brillante colega Phoebe Waller-Bridge (‘Fleabag’), quien tiene una interesante y crucial aparición en la que nos ocupa – es la creadora y alma mater de esta serie. Una producción audiovisual estadounidense, fechada en este año y que puede verse en HBO, escrita y codirigida por ella misma, junto a Natalie Bailey y Kate Dennis. Consta de 7 absorbentes episodios, de 30 minutos de duración, muy bien fotografiados por Kristin Fieldhouse y Matthew Clark y cuya dinámica banda sonora se debe a Dickon Hinchliffe.
Un hombre y una mujer en la treintena se encuentran en la Grand Central Terminal, la más famosa e icónica estación de trenes neoyorquina, a bordo de un convoy. Aparentemente no se conocen, aunque establecen una divertida e ingeniosa química desde el minuto uno. Luego averiguamos – porque los datos de sus historias nos los van proporcionando, en pequeñas e inteligentes dosis, los diferentes capítulos, sirviéndose y nunca abusando de flashbacks – que fueron amantes en su época de estudiantes. Y que establecieron un pacto: Si la una o el otro escribía el mensaje Run ( Corre) y obtenía idéntica respuesta, la cita era un hecho y de ahí su encuentro en el tren, casi dos décadas después luego de algunos intentos fallidos por unas u otras razones.
La propuesta era recorrer el país durante una semana y luego seguir juntos… o volver a sus vidas. Hasta aquí puede leerse y hasta aquí los spoilers, aunque no sean tales y sí normas de obligado cumplimiento para dar cuenta de la mínima sinopsis, que esta firmante va a proporcionarles. De todo van a enterarse a lo largo de las tramas y tendrán ocasión de resolver un puzzle apasionante y que sorprende a cada paso.
Porque no es una comedia romántica al uso, no lo es. Porque es una mezcla de este género, también, con drama, intriga, comedia a secas, comedia negra, persecuciones, roadmovie y algo de thriller, rodada con muy buen pulso, brillantemente dialogada y con un ritmo excelente. Porque no tiene nada que ver, aunque posea ciertas resonancias, con la inolvidable trilogía de Richard Linklater. Porque sus personajes secundarios están muy bien dibujados y enriquecen continuamente el relato con sus propias historias y con la de la pareja protagonista. Porque su conclusión es tan abierta, que se impone, y pide a gritos, una segunda temporada.
Porque tiene ingenio, encanto, lucidez, creatividad y una carga crítica considerable tan sutil e irónica como directa. Porque es muy, muy, muy promujeres. Porque es compleja e interpela a la inteligencia de quien la ve. Porque es cualquier cosa menos convencional. Porque huye de los clichés. Porque tiene un reparto en estado de gracia en el que destacar a la maravillosa Merritt Weber ( ‘Creedme’ ) y a Domhnall Gleeson (‘Harry Potter’) pero también a rostros familiares e intérpretes de talento como Archie Panjabi, David Tomlison o Stuart Dowling.
Razones más que suficientes para su visionado. Corran y no se la pierdan.