Estamos ante una película que elude sabiamente cualquier cliché que pudiera derivarse de su sinopsis más esquemática. O lo que es lo mismo: experta en, y creadora de, aromas altiva, egoista y centrada solo en sí misma, aunque en horas bajas profesionales, contrata a chófer divorciado intentando estabilizar su vida y economía para conseguir la custodia compartida de su hija. Ambos contra todo pronóstico – pese a sus personalidades y extracciones sociales tan opuestas y pese a que el empleado no le hace concesiones – congenian hasta el punto de establecer un vínculo valioso, que les transformará a ambos.
Les suena, ¿verdad?. Pero no, no tiene nada que ver con ‘Paseando a Miss Daisy’, ni con ‘Intocable’ en este aspecto, ni con nada parecido… Porque todo en ella es mucho más sutil y complejo. Porque no intenta pontificar, ni resulta esquemática, ni maniquea, en el tratamiento de los protagonistas y sus interacciones. Ni menos aún moralizar o buscar la emoción fácil. Porque se toma su tiempo para que les conozcamos, a ella, a él y a sus respectivas circunstancias, y para que de la relación laboral, que les obliga a viajar y a pasar mucho tiempo compartido, se derive un trato nada convencional que fortalecerá su respeto, aprendizaje y estima mutuos.
`Porque, además, tiene la inteligencia y sensibilidad de que el personaje masculino sea crítico, sí, con las salidas de tono del femenino, pero no ejerce de paternalista condescendiente, ya que él también tiene mucho que modificar y cambiar… Tampoco culpa a su ex, vista siempre en un segundo plano, ya que asume que, en el proceso de custodia compartida que dirime una jueza, es el bienestar de la menor lo que cuenta. Una paternidad que aprende a ejercer de otra manera, gracias a su jefa, y cuya evolución es entrañable.
Capítulo aparte merece el tema olfativo. En ‘Perfumes’ se narran muy bien las glorias y las miserias de tener una nariz especialmente dotada, de ser la nariz de este oficio. La maldición y la bendición de apreciar como hace la protagonista – una excelente, como suele, Emmanuelle Devos – hasta los más mínimos matices de las emanaciones que desprenden personas y objetos, seres y cosas, siendo capaz de descomponerlas en cada uno de sus ingredientes y en los elementos químicos que los conforman.
No solo es el glamour epidérmico y tópico que nos han mostrado otros filmes – aunque también estén sus recompensas, hay un divertido guiño a una célebre fragancia creada por ella… – sino las servidumbres de un don que puede hacer muy complicada, y solitaria, la vida cotidiana. Porque hace que la cotidianidad propia no tenga nada que ver con la ajena pero, que cuando se pierde y cae el prestigio… provoca un importante cataclismo interior.
Producción francesa de 100 minutos de metraje, escrita y dirigida por el periodista, guionista, documentalista y cineasta Grégory Magne, del que es su segundo largometraje. La fotografía, con los claroscuros, sobriedad y elegancia que caracterizan a su puesta en escena, Thomas Rames y la banda sonora, que subraya igualmente bien el relato, se debe a Gaëtan Roussel. Del resto de un reparto muy solvente destacamos a su partner Grégory Montel, a la niña Zelie Rixhon y a la fugaz aparición, casi un cameo, de Sergi López.
Aún puede verse doblada en Nervión. Consulten horarios y sesiones y háganlo. Merece la pena.