En una entrada anterior sobre la excelente película de Erick Poppe, ‘Utoya, 22 de julio’ – cuyo enlace es https://sevillacinefila.com/2019/07/21/utoya-22-de-julio-el-horror-el-horror-el-horror/ – quien esto firma documentaba los terribles acontecimientos que tuvieron lugar en Noruega el 22 de julio de 2011. Lo hacía describiendo cómo Anders Behring Breivik, de 32 años y simpatizante de la extrema derecha, que se asumía como fascista y nazi, aparcó una furgoneta que contenía una potente bomba casera en un edificio gubernamental próximo a las oficinas del Primer Ministro en Oslo y la detonó a distancia.
El inmueble quedó totalmente destruído, falleciero 8 personas y centenares resultaron heridas. Luego, en solitario como actuó y con enorme sangre fría, se dirigió a la isla de Utoya donde se celebraba tradicionalmente un campamento de verano de jóvenes del Partido Laborista en donde pensaba acudir el político citado al día siguiente.
Disfrazado de policía, y so pretexto de preservar la seguridad, reunió a l@s chic@s, de entre 14 y 19 años, y a sus monitores-as comenzando a dispararles indiscriminadamente durante más de una hora, el tiempo que tardaron en llegar las fuerzas del orden, perpetrando una masacre que se saldó con 69 muert@s y varios centenares de herid@s. Se entregó cuando se cansó de abatirles y nunca se arrepintió, más bien se sentía orgulloso, de tan atroz matanza…
Mientras que este filme citado se centra sobre todo en la isla, una ratonera sin salida para las indefensas víctimas, mostrándonos su terror ante el terror, esta producción audiovisual que nos ocupa, de casi idéntico título, tiene unas puesta en escena y narrativa radicalmente distintas, pero no menos valiosas, notables y relevantes.
En ella nos es dado contemplar los hechos – durante el antes, el día D y el después, hasta el propio juicio del terrorista – a través de los ojos de unos periodistas, él y sobre todo ella, cuyo compromiso con la verdad y con la justicia social resulta incuestionable; de una médica no menos válida y coherente que está a punto de sufrir un ERTE en las vísperas de la tragedia: de una profesora sensible, con un hijo adolescente; de un policía atormentado y autocrítico; de un niño maltratado al que no pudo salvar; de un limpiador del hospital de referencia de color que sufre el racismo y las sospechas de la ciudadanía más extremista; de otro menor infinitamente triste por la pérdida de su hermana; de un bloguero ultra y supremacista cuyo pensamiento inspira los actos del criminal…
A través de los ojos de estos personajes, basadas en entrevistas con profesionales, se nos muestra un país aparentemente modélico pero con enormes grietas en su Estado de Bienestar, en sus servicios sociales que se muestran inoperantes ante casos gravísimos, en sus Fuerzas del Seguridad, la policía especialmente, cuya actuación desastrosa, cobarde y negligente provocó la impunidad del terrorista e impidió salvar muchas vidas. Pero también destaca a aquell@s que lo dieron todo en honor a la verdad y a la justicia. Y lo hace con serenidad, con rigor y solvencia, sin efectismos, ni exasperaciones. Honesta y rigurosamente. Aunque con la intensidad y sensibilidad, con la carga crítica y emocional, que tal tragedia requería
Miniserie noruega, fechada en 2020, compuesta por seis episodios de 50 minutos de metraje que puede, y debe, verse en Filmin. Sus magníficos guión y dirección se deben sobre todo a Päl Sletaune y a Sara Johnsen. Su excelente fotografía la firman Kejll Vassdal e Ita Zbroniec-Zajt y su no menos envolvente banda sonora Uno Helmersson y Johan Söderqvist. Su reparto coral transmite veracidad, verosimilitud y talento. Fuente: FilmAffinity.
No se la pierdan.